La política no es más que apariencia». Esta frase la pronuncia un personaje de una exitosa serie de televisión titulada Narcos. Es una frase muy acertada, aunque no siempre cierta. Cuando un individuo sin ningún tipo de escrúpulos se vale de la política para hacer caja, pasa camaleónicamente por todo tipo de escenarios representando distintos papeles, conforme convenga en cada momento, o dependiendo de lo que el público asistente a su función necesite oír. Está haciendo de la política su disfraz, con el que intenta aparentar ser la persona que la sociedad necesita para solucionar sus problemas. Sabemos de muchos políticos de este pelaje. Pero, agraciadamente, no todos los políticos son deshonestos y trincones. Haberlos decentes, haylos. Y no es difícil encontrarlos. Aun siendo difícil ser un político íntegro, de los que se dan realmente a la gente para intentar solucionar sus problemas.

La democracia es el sistema de gobierno más justo porque cualquier ciudadano, de cualquier clase o condición, puede llegar a ostentar un cargo político importante. Basta proponérselo, afiliarse a un partido; y en este, persuadir a los demás afiliados para que confíen en él; y después, a través de este, convencer a los votantes de sus buenas intenciones.

Para ser político uno ha de ser amigable con sus conciudadanos, aunque cueste. Llevar siempre la sonrisa puesta, aunque pese. Dar la mano a izquierda y derecha sin mirar a quien se saluda. Acatar todas las decisiones que tomen en su partido, aun sin estar de acuerdo. Declarar que el líder de su partido es un perfecto caballero o una virtuosa señora, aunque estos estén en la lista de sus personas no gratas. Decir convincentemente, y después desdecir lo dicho cínicamente. Relacionarse y tratar con individuos con intenciones espurias sin poder taparse la nariz. Hablar en público a quien no se desea y decir muchas veces lo que no se piensa. Intentar que los políticos de la oposición nunca saquen adelante sus propuestas, aunque estas sean las más beneficiosas para la sociedad.

Ser político es relativamente fácil. Lo verdaderamente difícil es ser buen político.