Tiene Juan Francisco Serrano Pino el aire caballeroso de los hombres que ceden el asiento a las mujeres en el autobús y es de los que te dicen, desde su dilatada experiencia vital, que "lo mejor que uno puede ser en la vida es un hombre de honor". El que fuera alcalde de Plasencia desde 1969 hasta las primeras elecciones democráticas, ha vuelto a saltar a la opinión pública por la crisis de Cáritas Diocesana de Plasencia, donde ha hecho, como director, una labor altruista, callada y diplomática, pero larga y firme para dejar saneada la bolsa antes de pasar el testigo al cumplirse los cuatro años, como establecen los estatutos. El propio obispo, Amadeo Rodríguez, quiso agradecerle su servicio en el mismo acto público donde los responsables de Cáritas reconocían el martes sus errores y daban las soluciones.

Serrano Pino es de la vieja escuela . De alcalde en el antiguo régimen pasó a concejal por el Grupo Independiente Placentino. Su condición de cristiano ya le valió por aquellos entonces la presidencia de Adoración Nocturna. Evolucionó hasta Alianza Popular y llegó a ser senador por el PP, aunque acabó en el grupo mixto por discrepancias. Dejó la política aunque no la esfera pública, porque fue también presidente de la Federación Empresarial Placentina y hasta ahora. Entre tanto se dedicó a los negocios de su numerosa familia placentina.