WEwl polígono industrial cacereño de las Capellanías adolece de servicios básicos. El enclave, en el que trabajan 4.000 personas y que es lugar de paso de otros miles de vehículos al día, no cuenta ni con gasolinera, ni centro médico, cafetería o guardería para los hijos de los trabajadores. El problema es que estas carencias podrían tener, si no solución a corto plazo sí al menos a medio, si el Ayuntamiento de Cáceres introdujera en el Plan de Urbanismo que actualmente se encuentra en fase de modificaciones algunos cambios de uso de la parcela en la que está previsto construir esas dotaciones. Ahora mismo, la demora en hacer ese cambio supera los dos años y ha llegado a un punto en que el arquitecto que ganó el concurso del proyecto de esos equipamientos, harto de esperar, ya ha ido al juzgado demandando que se le pague lo que se le debe. La situación, por tanto, ofrece pocas dudas: es necesario que el Ayuntamiento actúe con diligencia y se desbloquee una situación que está generando perjuicios para todos y, particularmente, para los propios empresarios y trabajadores de las Capellanías. No puede ser que un polígono como éste sea sólo una sucesión de empresas. Es tan inconcebible como si una ciudad fuera sólo una sucesión de casas.