Dramaturgo

Ahora sale una señora que debe ser alguien en el organigrama del Ministerio de Educación y dice que "tal vez sería necesaria una asignatura de educación sexual en la escuela". Hemos tenido que esperar al siglo XXI para ver cómo lumbrera semejante paría una idea tan original. Lo malo es que hay que ir pensando en la edad de implantación de dicha asignatura, porque en materia de sexo creo que ya se ha encargado internet de poner al día a los niños mayores de cuatro años.

El sexo empieza, ¡por fin!, a ser considerado por las autoridades educativas y Dios quiera (con lo que abarcaríamos a las escuelas privadas y concertadas, gracias a Dios) que las medidas a tomar acaben de una vez con esas aberraciones sexuales que nos acechan (que es lo que quiere esa dama ministerial con su asignatura). Una asignatura en la que se vuelva (como en otras asignaturas) a predicar que la masturbación deja ciegos y ciegas a quienes la practiquen, que la homosexualidad se corrige y que el sexo sin amor (en la asignatura se llamará matrimonio) es perjudicial. No sé si la castidad (que es la aberración sexual más curiosa que conozco) entraría en juego como remedio, todo dependerá de la editorial que sangre a los padres y alumnos con el libro de texto "obligatorio y gratuito".

Sospecho que llegan horas de reuniones en las que sesudos y sesudas especialistas en sexo (que no practican) intentarán moldear la asignatura a sus complejos y desviaciones para preservar sin preservativos a los inocentes. Y volverán a triunfar en el desastre y a llamar al pan, vino, y al vino, pan, y a lo de la semillita y los peces para ilustrar a Herodes (la ignorancia habrá acabado para entonces con los inocentes).