El requerimiento a Puigdemont solo cabía entenderlo como un requisito jurídico previo a la aplicación del artículo 155, porque la declaración de independencia es obvio que se produjo --tan obvio como que también se suspendieron sus efectos-- y no había necesidad por tanto de ninguna aclaración. De hecho, el requerimiento lo establece el propio 155: «... el Gobierno, previo requerimiento al presidente de la Comunidad Autónoma…». Sin embargo, el Gobierno tenía también un problema llamado 12 de octubre, por ser el día que es, y el requerimiento era una suerte de ultimátum que impediría que el 12 de octubre coincidiera con la aplicación del 155. ¿O qué iba a hacer el Gobierno? ¿Suspender el desfile por enviar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado a desfilar por Cataluña?

Pero es que además hubiera sido una torpeza desaprovechar una fecha que iba a ser más reivindicativa que de celebración, a juzgar por el ambiente surgido de las manifestaciones del fin de semana. En efecto, siendo el 12 de octubre el día de la fiesta militar por excelencia, y ante la situación de excepcionalidad creada por la declaración de independencia, era una buena ocasión para dar vivas a Manolo Escobar (entiéndase: «¡Que viva España!») y exhibir más profusamente que nunca la bandera nacional, no solo en balcones, lo clásico, sino también en bolsos, como la presidenta Cifuentes, o incluso en gafas de sol, como la infanta Elena. Y más: la exhibición militar también podría ayudar a Puigdemont a reflexionar.

Sin embargo, nada de nada. Lo único logrado por Puigdemont con su respuesta ha sido elevar la burla a escarnio, obteniendo del Gobierno tres días más de plazo. Ciertamente, raro hubiera sido que Puigdemont respondiera ayer al requerimiento, ya que la respuesta, aun siendo un «sí» claro, implicaría cierto reconocimiento de la autoridad del Gobierno, al obedecer. Pero no. Es el Gobierno el que obedece, es el Gobierno el que se da tres días más de plazo, es el Gobierno el que le dice a Puigdemont lo que debe decir, es el Gobierno el que declara «sí-pero-no», es el Gobierno el que ya está siendo requerido.