Causa espanto pensar que casi tres décadas después de que se empezara a hablar de la enfermedad del sida fueran 2,7 millones las personas que se infectaron el año pasado en todo el mundo por el virus VIH. El dato fue aportado el lunes en la 17 conferencia internacional sobre el sida, que se celebra en la ciudad de México, acompañado de otras cifras igualmente escalofriantes: en el mundo hay 33 millones de portadores del VIH y dos millones de personas murieron en el 2007 a causa de esta terrible plaga. Aunque la cifra de fallecidos en el 2006 fue de 2,2 millones, es decir, aún mayor, sería suicida bajar la guardia ante el mayor desafío sanitarios que tiene el planeta.

La agencia de la ONU contra el sida, los gobiernos y multitud de oenegés se plantean como coordinar los esfuerzos científicos, informativos y de asistencia para combatir el mal. En México se han constatado algunos avances. Uno de ellos, el llamamiento del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para que los países permitan el libre acceso de las personas seropositivas. Estados Unidos ha retirado una intolerable restricción que mantuvo durante 20 años. Otros países que todavía mantienen esa injusta discriminación deberían seguir sus pasos. Por su parte, España ha anunciado la aportación de 10,2 millones de euros para programas de la agencia de la ONU, con lo que duplica su ayuda anterior y se convierte en el sexto país del mundo que más aporta. Que nuestro país se ponga en cabeza de la lucha antisida es de aplaudir, sobre todo pensando que en otros estados --especialmente en Africa-- sigue el oscurantismo sobre la enfermedad y ni siquiera se promociona el uso de condones.