TEtn la larga nómina de gestores manirrotos de la RTV estatal, parecía difícil que alguien pudiera hacerlo peor, pero era una falsa esperanza: ya se ha conseguido. El proyecto de presupuesto de RTVE para 2006 consagra el despilfarro, con una previsión de déficit antes de subvenciones de más de 800 millones, el mayor de su historia. Ochocientos millones de euros es como perder 300 millones de pesetas todos los días del año. Pese a las promesas de regeneracionismo, vamos para atrás, con el inri de que, al mismo tiempo que el déficit aumenta, la audiencia merma. RTVE ha dejado de ser líder, ya es bronce y probablemente pronto se caerá del podio. No pasa nada... debemos acostumbrarnos a que TVE pierda el liderazgo , declaraba Carmen Cafarell , haciendo méritos para que la devuelvan como vicerrectora a la Universidad Carlos III.

El modelo español de televisión pública es insostenible y una sangría para los contribuyentes. Corto de subvenciones públicas (unos 80 millones de euros anuales), con una audiencia que baja año tras año (del 57% cuando llegaron las privadas al 25%), con una plantilla superpoblada y con una bajísima productividad, con la parrilla entregada a las productoras privadas para que se repartan el botín, con una Radio Nacional donde no admiten publicidad y con un exceso de gastos para subvencionar el deporte, el cine, la orquesta y el coro, o lo que les caiga, el resultado final es una deuda estratosférica, de más de ocho mil millones de euros, que genera a su vez el pago anual de unos 250 millones de euros de gastos financieros.

Así las cosas, a principios del mes de junio pasado el Gobierno anunció un proyecto de Ley de Radio y Televisión de Titularidad Estatal que tiene buena pinta, pues permite a RTVE disponer de su patrimonio, somete sus cuentas a un contrato-programa donde se carga a Hacienda los gastos que son servicio público, se asume la gigantesca deuda acumulada, se pone el stop a nuevos endeudamientos y se limita el aval ilimitado del Estado.

Bastaría añadir un poco de sentido común y sanear por dentro (el temido ERE). Pero hay un problema, el proyecto de ley pronto cumplirá cuatro meses y no se ha vuelto a saber nada de él, y a ver quién le pone el cascabel al gato de la televisión cuando declina una legislatura y hay elecciones a la vista. ¿Habrá que desempolvar otra vez eso de que ningún gobierno quiere reformar la televisión pública, que lo único que quieren, todos, es manejarla a su gusto y a costa del bolsillo de los demás? De momento, para el 2006 no hay cambio y sigue el despilfarro.

*Periodista