Todas las encuestas ante las elecciones autonómicas del próximo domingo, elaboradas a través de los más variados muestreos, caminan en un sentido muy similar.

Tras 24 años de hegemonía socialista, la coincidencia de los datos radiografía una situación de continuidad política con Guillermo Fernández Vara al frente. Si bien los populares aún confían en otros planteamientos demoscópicos, aunque cada día con menos fuerza. Por lo que navegan entre las olas de una ilusión, redoblada de esfuerzos pero un poco más endeble que la jornada anterior.

En la dinámica electoral de Extremadura existe, quiérase o no, un fenómeno de la mayor relevancia. Rodríguez Ibarra . Y que, desde ese privilegiado lugar que supone la Presidencia de la Junta, teledirigió una tupida red de constante campaña política, de promesas, de visitas, de saludos, de inauguraciones, de discursos, de tertulias, de cercanía con los hombres y mujeres de la tierra, de populismo, y con lo que labró un más que rentable campo de votos.

Mientras el Partido Popular se desangraba, incluso anímicamente, elección tras elección, quizá por la errónea administración de Génova con los asuntos de nuestra comunidad, en lugar de intentar conformar y fortalecer un equipo regional de la mayor cohesión. Extrañezas y atipicidades de los ámbitos políticos.

Ahora, mientras los populares viven sin vivir en sí, tratando de recuperarse del mazazo de las encuestas y continúan los mítines y las visitas electorales, a la espera de dar fe a sus propias expectativas, los socialistas, que siempre anhelan más, y más en esta tierra, todavía ibarrista , aunque con un cruce de fernandezvarismo cada día mayor, siguen arando los campos de la región municipio a municipio y voto a voto. Una fenomenología a la que habría que añadir los gigantescos resortes del poder de la Administración regional y la más que significativa campaña de cooperación de determinados medios de comunicación, sobremanera los oficiales.

Ya queda poco para el 27 de mayo. Y si bien Floriano ha recortado las abismales distancias de la pugna del 2003, sus esfuerzos llevan, si seguimos las encuestas, a la adversidad. Y es que, contra la fertilidad del socialismo de Ibarra y Vara, ahí están las cifras, no hay forma humana de luchar. Y menos aún desde un partido con una estructura que sostiene un tejido regional poco uniforme, unas fuerzas más bien desequilibradas y el denominador común de la quiebra de la moral y la precariedad de recursos.

DICEN LOS que brujulean en la materia política que Floriano ha impulsado unos nuevos bríos. Pero ¿merece la pena desplegar una determinada acción política que se estrella estérilmente contra las fuerzas rivales? Eso solo lo saben los estrategas de Génova, que parecen conocer poco las calles extremeñas, donde las llamas de las velas de los oráculos sienten ya el soplido del viento. Y es que, una vez más, tras un tiempo de nuevas energías en las huestes populares, la conquista de la Presidencia de la Junta parece quedar lejos.

El hecho evidente es que las elecciones se ganan día a día durante cuatro años de incontestable esfuerzo. Estrategias, con los datos de la historia electoral de nuestra comunidad, que se enfocan con diferentes planteamientos desde los campos socialista y popular.

Un tema, el de las estrategias, el de la selección de los compañeros de viaje, el del conocimiento de los comportamientos y actitudes de la sociedad extremeña, el de los movimientos de las figuras del ajedrez, del que Ibarra y también Vara, tal como se otea el panorama, saben como pocos.

Motivo por el que quizás algunos ya hablan de los silbidos de las navajas electorales en la noche del próximo domingo. Salvo sorpresas de última hora. Una noche que acaso pudiera deparar algún susto para quien se pudiera haber creído que arrebatar el mando de la Junta de Extremadura resultaba cuestión de coser y cantar.

Aún hay tiempo. No sabemos para qué. Pero conociendo algo de los entresijos políticos, en los predios populares podrían quedar días de tensiones. Y, tal vez, más de los previstos. Porque otros cuatro años sentados en las bancadas de la oposición, con 24 años seguidos y llegar a 28, casi un tercio de siglo, con el consiguiente reforzamiento del poder socialista desde la Administración regional, ya suena como a un pulso de manifiesta complejidad. ¿Ha insistido alguien en conocer a fondo las causas de tan prolongada travesía del desierto?

La pregunta queda ahí, en el aire. Pero de no producirse el milagro del cambio de las urnas ante los muestreos sociológicos, ardua, difícil y sacrificada labor le espera al Partido Popular en todos los frentes.

*Periodista