¿Qué vas a hacer este agosto? ¡Nada! Pese a que la respuesta pueda llevar a pensar «¡Bien!», «¡Dichoso!», «¡Qué suerte!», no tener absolutamente nada en mente es un drama. Tengo 720 horas por delante y nada que hacer. Puedo dedicar tres horas diarias a leer novelas, una hora a la prensa, una hora a deporte, una hora a ocio y me quedan 10 horas de agosto al día. ¡Brutal! Hoy, en la terraza del bar de la estación, sentado en la mesa al lado de aquellos que cada día pasan horas sin pegar ni chapa, he estado a punto de pedirles cómo lo hacen. Porque me parece de un mérito sublime, de veras. Parece sencillo, pero no lo es. Si tienes dudas, pruébalo. Son unos valientes incomprendidos, al menos yo no les entiendo. ¿Al final, qué nos queda? ¿Tomárselo como una nueva experiencia? Qué bien suena, ¿verdad? Al menos ya tengo una respuesta atractiva y que en la mayor parte de los casos evita la segunda cuestión, que seguro sería incomoda. ¡Voy a experimentar nuevas experiencias, las cuales espero disfrutar al máximo, y hacer de este cálido verano un año inolvidable!