TTtenía razón aquella joven húngara, de ojos verdes, que después de una conferencia se acerca y me dice: la vida está llena de historias sin nombre. Este era el título de un cuento que escribí hace muchos años: Erase un hombre, que acababa de surcar el océano, fluctuando entre la esperanza y la desesperación. Al terminar su viaje se encuentra a la puerta de un palacio poblado de crueldades. Podía ser la historia de cada extranjero, que llega en patera o como sea, engañado y en lugar de un paraíso se encuentra desolación y llanto. Ha sido la historia, sin nombre, del niño robado en el vientre de su mamá, antes de nacer. Inverosímil, ¿verdad? Lo cuento así: Erase un niño que surcando del no ser al ser y cuando venía en el cálido barco del vientre de su mamá, es obligado a desembarcar en un bosque entre crueldades inauditas. Cada uno conoce historias incontables.

Estos días oímos, que un niño de cinco meses lucha entre la vida y la muerte en una UVI de nuestro país, por las mordeduras de su mamá. La película Los sin nombres que reproduce una historia densa y aterradora entre trampas de maldades abominables se queda corta ante hechos reales que hoy ocurren.

*Licenciado en Filosofía