Escritor

Pronto, muy pronto, se hablará del síndrome de Sadam Husein, que es aquél que se produce cuando uno ha metido la pata, está realmente cabreado y le echa la culpa a Rodríguez Zapatero por todo aquello que le vaya pasando en su vida después de haberlo iniciado él. El primero que está bajo el síndrome de Sadam Husein es José María Aznar. Cercado como está por todas las fuerzas constitucionales, por su inopia democrática, sus tic de jefecillo y su pérdida de estabilidad emocional, acusa a todo cuanto le rodea de sus desgracias. Aznar, al mismo tiempo, ha copiado todas las maneras y las formas de Sadam, que sale por la televisión mientras le bombardean pavorosamente y hace cálculos sobre lo que le va a costar electoralmente la cosa por culpa de Rodríguez Zapatero, que hace el papel de Bush en su locura individual. Con sus ministros pasa una cosa parecida, y sólo falta que a Rajoy le presten un kalashnikov y salga en Antena 3 blandiéndolo y diciendo que Rodríguez Zapatero es un antipatriota por ponerse de parte de los que se manifiestan contra el PP cuando ellos están en su derecho a desaparecer del mapa. Rodrigo, entre tanto, calla, pero sale Trillo con su ardor guerrero y llama, como ha hecho el ministro de Autodefensa iraquí, que ha llamado criminal a Bush, cosa que es cierta, y tanto a él como a sus ministros, genuinos descendientes de Al Capone, que también es verdad. Por otra parte, como están sintiendo tanta vergüenza de esta guerra que se hubiera resuelto pacíficamente, Bush ha dado orden que no se quite ni una de las banderas iraquís, que ellos no van de conquista, que sólo van a por el petróleo.

Estas situaciones, todas la mar de raras y algunas contradictorias, han dejado al rey don Juan Carlos a los pies de los caballos, y ya por Madrid todo el que se manifiesta no lo hace con la bandera constitucional, sino con la de la República, que esto también va en el debe de Aznar. Una decisión como esta de la guerra jamás la hubiera podido tomar ningún otro partido en España, lo que pone de manifiesto que la derecha tampoco está con el Rey, sino con Franco, como ha estado desde el 18 de julio de 1936. O sea, un desastre.