WLw a información publicada ayer en este periódico sobre los recelos del PP respecto al proceso de ´fusión fría´ en que está inmersa Caja Extremadura con CajAstur y Caja Cantabria, hasta el punto de que se plantea dejar en suspenso el mismo, ha suscitado un aluvión de reacciones. Muchas, de sorpresa, porque sorpresa es lo primero que suscita, y esa reacción implica la primera crítica que hay que hacerle a la pretensión del partido cuyo acceso al gobierno regional es inminente. Y es que se sabía que el PP tenía una opinión tibia sobre el SIP de la entidad extremeña, y de hecho los representantes del partido en la Asamblea que lo aprobó se abstuvieron, pero de las declaraciones de sus dirigentes no podía deducirse que su posición era la que ahora manifiestan que es. De otra parte, y siendo este un asunto de vital importancia para la región, el PP debió plantearlo durante la campaña electoral, para que los ciudadanos tuvieran conocimiento de las intenciones del partido si llegaba al gobierno.

El problema, además, es que es posible que, a las puertas de una asamblea --el día 30-- en la que tiene que aprobarse la integración del activo y el pasivo de Caja Extremadura en el banco resultante de la unión, ni siquiera haya tiempo para frenarlo, so pena de exponerse a duras sanciones. Si eso es así --y es una posibilidad que incluso el PP admite--, plantear dudas sobre si la fusión es una absorción o no beneficia poco a la caja extremeña y a la nueva entidad. Si el PP albergaba esas dudas desde el inicio del proceso, y está en su derecho de plantearlo, debió decirlo antes, porque ahora no solo es inoportuno sino que puede volverse contra Caja Extremadura.