Las fiestas navideñas de este año están siendo muy difíciles para muchas personas. Lo son, de forma especial, para los periodistas secuestrados en Siria desde el pasado mes de septiembre como el enviado especial de EL PERIODICO, Marc Marginedas , el de El Mundo, Javier Espinosa , y el fotógrafo freelance Ricardo García Vilanova , y para la treintena de informadores privados de libertad por las fuerzas yihadistas o por las del régimen de Bashar el Asad . Pero más allá de estas jornadas de asueto o recogimiento marcados por el calendario en muchas partes del mundo, estos son días aciagos para los sirios. Además de padecer los múltiples sufrimientos de una guerra, entre ellos sumar muertos (115.000) y refugiados (2,5 millones), comprueban cómo el conflicto está desapareciendo de los medios de comunicación y, por tanto, del foco de interés de la opinión pública internacional.

El pasado septiembre, Al Qaeda emitió una fatua contra los periodistas extranjeros en Siria. Varios grupos yihadistas, entre ellos el más radical, Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), dependiente de Al Qaeda, siguieron la consigna, amenazando a los informadores y, tambén, privándoles de su libertad. El resultado de esta actuación es que cada vez es más difícil tener información fidedigna y contrastada de lo que está ocurriendo sobre el terreno. Siria se está convirtiendo en una especie de agujero negro informativo.

Se está haciendo realidad, cruel y dolorosa, el eslogan de Reporteros sin Fronteras: Si no lo contamos, no existe. Esta situación perversa afecta no solo a los periodistas extranjeros. Alrededor de la mitad de los reporteros secuestrados en este momento son sirios. Sobre los periodistas locales se cierne una presión extraordinaria ya que son la única fuente de información y, por ello, su vida ya la de sus allegados afrontan un gran riesgo. El fotógrafo Molhem Barakat es un ejemplo de la valentía y del riesgo que se corre por sacar a la luz la verdad de los conflictos. Tenía apenas 18 años y trabajaba para una agencia internacional. Perdió la vida en Alepo hace seis días.

En estos momentos, Siria es el país más peligroso del mundo para ejercer la profesión de informador porque allí se han roto todas las reglas de juego del periodismo de guerra y las han roto tanto yihadistas, como el propio régimen.