Desayunarse con la noticia de que el Gobierno del país anfitrión de la reunión del G-8 estuvo espiando a los participantes de un encuentro del G-20 no es la mejor manera de empezar una cumbre como la que se desarrolla en Enniskillen (Irlanda del Norte). Tampoco lo es que los temas originalmente previstos en la agenda (paraísos fiscales, lucha contra el terrorismo, acuerdo comercial Unión Europea-Estos Unidos) hayan quedado desplazados por la cuestión más candente del momento, la guerra de Siria, un conflicto que en el terreno diplomático enfrenta a tres bandas a los representantes de los ocho países más desarrollados del mundo.

Mientras el presidente norteamericano Barack Obama está dispuesto a armar a los rebeldes aunque no ha especificado cómo, el lider ruso Vladimir Putin ya dejó claro antes de llegar al idílico paraje norirlandés su total oposición a tal propuesta al decir que todos, rebeldes y Gobierno, se han manchado las manos de sangre. Ni siquiera está dispuesto a permitir una zona de exclusión aérea, una de las posibilidades que baraja Washington y para la que es imprescindible el voto de Moscú en la ONU. Entre ambos, David Cameron y Herman Von Rompuy insisten en una solución pacífica.

La prevención de Barack Obama a embarcar a su país en un nuevo conflicto armado, al que se oponen la mayoría de estadounidenses, es bien conocida. A lo que aspira el presidente norteamericano es a conseguir que los rebeldes lleguen a la conferencia de Ginebra --que todavía no tiene fecha-- con una mejor posición sobre el terreno, de modo que tengan una mayor capacidad de negociación. Sin embargo, no parece que Putin esté dispuesto a compartir la idea de Obama de que un cambio de régimen en Damasco no perjudica a Moscú.

En el terreno puramente económico, el anuncio de que las perspectivas globales siguen siendo bastante débiles, incluso cuando se han reducido los riesgos, no es muy buena noticia. Y de lo que deberían tomar nota los representantes europeos es de la necesidad expresada ayer de una unión bancaria.

Esta cumbre se desarrolla en el ambiente enrarecido por las revelaciones de espionaje. No es la primera vez que esto ocurre, pero sin un mínimo grado de confianza mutua difícilmente las discusiones y las decisiones tomadas por los países más poderosos serán las mejores.