Ser portavoz del grupo parlamentario de uno de los dos grandes partidos es la máxima aspiración de muchos de sus militantes porque significa una gran proyección pública desde un puesto de la máxima responsabilidad y confianza de la organización. Representa ejercer un enorme poder sobre la élite del partido que son sus diputados elegidos. El presidente del Gobierno en funciones ha elegido a su viejo amigo José Antonio Alonso para ejercer esa responsabilidad. Como es bien sabido, José Antonio Alonso ha sido ministro de Interior y Defensa. Sus gestiones han sido siempre bien valoradas y ha ejercido esas responsabilidades con enorme discreción y con eficacia. Es además un político que reúne condición de independiente. No está afiliado al PSOE y no se tiene noticia de que piense hacerlo. Hasta ahora, pudiera haberse invocado la condición de funcionario público que tiene ser ministro del Gobierno, pero ahora su cargo es netamente partidario, por lo que acogerse a la situación de juez en excedencia para no acceder a la militancia política es contradictorio con el compromiso que ha adquirido con el partido hasta el punto de ser su portavoz en el Congreso.

Ni siquiera ha pasado el presidente por la formalidad de proponer la elección de José Antonio Alonso al grupo parlamentario socialista. Como ocurrió con la candidatura de Miguel Sebastián a la alcaldía de Madrid, el presidente no ha cumplido siquiera el protocolo de respeto a las formas. Zapatero decide, Zapatero nombra y su voluntad se cumple. En el PSOE solamente ha sonado la señal de alarma desde la voz de Rodríguez Ibarra llamando la atención sobre lo que significa que un independiente tenga el liderazgo sobre los diputados socialistas. La pregunta obligada es ¿para qué sirve ser militante? Zapatero ha acumulado más poder que Felipe González . Su círculo próximo es ajeno al partido. Solamente José Blanco --y no es poco-- secretario de organización, forma parte desde el partido de quien se puede acercar al sanedrín del presidente formado por amigos, algunos de los cuales han acumulado mucho poder y acceso para sus amigos a negocios de comunicación importante. Naturalmente todo esto es más fácil para el presidente cuando las cosas le van bien. Pero tarde o temprano empezarán a surgir preguntas dentro de su partido para saber para qué sirve la condición y la dedicación de la militancia política.