No hay teoría del aprendizaje que no relacione el esfuerzo y su influencia con el nivel de éxito o fracaso del alumnado. Sin embargo, está visto que para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero el valor del esfuerzo --como el de la disciplina-- es algo caduco, propio de épocas pretéritas, por lo que su única solución para el problema del elevado fracaso escolar en nuestro país pasa por rebajar todavía más el nivel de exigencia en la enseñanza.

Así, y en un primer momento, el Ejecutivo de Zapatero aprobó por decreto que los alumnos pudieran pasar a segundo de bachillerato aunque tuvieran tres y hasta cuatro asignaturas suspendidas del curso anterior. Tras la reciente sentencia del Tribunal Supremo, que ha anulado dicho decreto y que ha recordado que la LOE solo permite pasar a segundo de bachillerato con dos materias suspendidas como máximo, el Ministerio de Educación, que ahora dirige Angel Gabilondo, ha vuelto a la carga y ha anunciado un acuerdo por el que los estudiantes de primero de bachillerato que suspendan tres o cuatro asignaturas no tendrán obligatoriamente que repetir curso, sino que podrán matricularse al año siguiente solo de las materias suspendidas conservando las notas restantes. El ministerio ofrece también a esos alumnos la posibilidad de matricularse de todas, pero pudiendo conservar las notas sacadas en las aprobadas en caso de que en el nuevo curso las empeoren. Lo siento, pero continuamos premiando el menor esfuerzo, y eso puede ser políticamente correcto, pero es claramente antieducativo.

Jesús Domingo Martínez

Correo electrónico