TLto sobrenatural (que no trascendente) está de moda. Y de repente te cuentan de alguien con graves problemas psiquiátricos que acude a un exorcista, toma ya, y el tipo grita que te grita a ver si espanta a los (supuestos) demonios; o de uno que está perdido y frecuenta médiums que le dan potingues y amuletos para recuperar a quien ya no lo quiere, con ayuda además de un pariente que se murió hace ya años, o espantar a unos espectros que le hablan de noche; o de una recién conversa (como agnóstica era más feliz y más estable) que se ha apuntado a eso de las apariciones, ya saben, de tres a cinco horas a pleno sol frente a un árbol y al final parece que hay algo ahí escondido entre las ramas. Sí, efectivamente hay algo, se llama dolor de cabeza consecuencia de la insolación y que nos puede producir las mismas sensaciones que si tomáramos cualquier producto con efecto alucinógeno (prueben a tomar tarta de costo y ya verán cómo los árboles les sonríen, y quien dice árboles dice cualquier cosa). Y en el desierto a esas sensaciones las llaman espejismos.

Como creyente (perdón, como creyente en Dios, que los ateos y agnósticos también tienen sus creencias, aunque no sea en Dios, pero las tienen ¡caramba!) me irrita profundamente que se aprovechen estos períodos de incertidumbre, de crisis, de replanteamientos sistémicos e ideológicos, para vendernos la burra de lo sobrenatural (y para hacerlo a menudo como sustituto de lo trascendente), de espíritus malignos que nos persiguen y se nos meten dentro, de la valía de quemar sal (¿o era otra receta?) para espantar a unos supuestos fantasmas que se nos han colado en el sótano de casa o de echar agua bendita a una mujer que lo que tiene en su interior seguramente sea una enfermedad gravísima y no un demonio.

Y una no sabe si reír o llorar; llorar de la vergüenza de que nos sigan vendiendo el miedo (a lo desconocido, a la oscuridad, a la noche, a lo diferente, a lo no material... e incluso a lo que tiene explicación científica) como solución, como medicamento, que a ser posible ha de ser tomado acompañado de la confianza en cazador@s de lo maligno; pues lo oscuro y lo desconocido, como no podía ser de otra manera, quiere nuestro mal (¡mira que son malos los espíritus y los zombis y los no sé cuántos!). Qué miedo tener miedo.