WEw l pacto presupuestario con el Partido Nacionalista Vasco y Coalición Canaria, que garantiza al Gobierno acabar sin problemas lo que queda de esta legislatura, y la remodelación del Ejecutivo parecen haber inyectado una dosis de moderado optimismo en el seno del Partido Socialista, según se desprendió ayer del ambiente en el que se desarrolló la reunión que celebró el comité federal del partido.

Después de una fase claramente depresiva alimentada por las encuestas, el discurso de Rodríguez Zapatero anunciando que "se abre una nueva etapa" relajó el ambiente a pesar de que el horizonte sigue muy encapotado.

Porque lo cierto es que el cambio de registro se produjo sin que se haya alterado ninguno de los datos esenciales del momento --la crisis económica con los correlatos de sobra conocidos-- y, en el mejor de los casos, no cabe esperar más que una muy moderada recuperación del Producto Interior Bruto (PIB) durante el próximo año y un crecimiento del empleo poco más que simbólico.

En este clima, da lo mismo si la proclama de Rodríguez Zapatero de poner en marcha una "nueva agenda social" persiguió neutralizar los peores vaticinios o fue un guiño a la izquierda, decepcionada por la austeridad presupuestaria y la contracción del Estado del bienestar.

Lo que realmente cuenta es si, a la vuelta de unos meses, logrará el PSOE rescatar del escepticismo a una parte de su electorado tradicional y podrá atender las exigencias de la Unión Europea y de los mercados sin agravar la situación de las víctimas de la crisis. A lo que habrá que añadir, si se produce, el efecto Alfredo Pérez Rubalcaba en los sondeos realizados en vísperas electorales.

La contención de los barones en el comité federal indica que, a lomos del cambio de Gobierno, han abierto un paréntesis antes de abundar en la idea de que Rodríguez Zapatero es un jinete inevitablemente perdedor en la carrera del 2012.

Las diferencias entre los comentarios en voz baja de los líderes del Partido Popular y las manifestaciones públicas de los conservadores revelan que el equipo que actualmente lidera Mariano Rajoy es consciente, como mínimo, de que le han cambiado los límites del terreno de juego en el que quería jugar el partido hasta las legislativas.

Razón de más para que la oportunidad política y el sentido común hayan puesto sordina a las prisas de algunos socialistas que querían saber ya si Rodríguez Zapatero aspirará a un tercer mandato.