TLtos socialistas dicen estar de subidón. Celebran el haber salido "fuertes" y "unidos" de la Conferencia Política del pasado fin de semana. Un estado de ánimo supuestamente generado por las encendidas intervenciones del que fue presidente del Gobierno, Felipe González , y el que aspira a serlo coincidiendo con el aniversario de la muerte de Franco , Pérez Rubalcaba . Ambos animaron el cónclave con apelaciones a la autoestima de los militantes y a la necesidad de combatir la sensación de derrota electoral anticipada.

En su discurso de clausura del domingo, el candidato Rubalcaba invitó a sus compañeros a reconocerse en la única fuerza política capaz de garantizar a los españoles educación y sanidad públicas y de calidad, subsidios para los desempleados y pensiones dignas en la jubilación, al conjuro de un mantra: no todos los partidos son iguales. "PP y PSOE no son lo mismo cuando las cosas van mal ni cuando las cosas van bien", dijo.

Aparte de los llamamientos de González a pasar a la ofensiva, o los de Rubalcaba a no darse por vencidos ("No nos van a ganar a ganas de ganar"), la defensa de los servicios públicos esenciales se ha convertido en el centro de discurso preelectoral de los socialistas. No sólo como reafirmación de su acreditada fe en el Estado del bienestar sino como pedrada contra el adversario, en el sentido de que el PP prepara su desmantelamiento.

Pero el PP no quiere entrar al trapo. No acepta el debate en ese terreno, y muchísimo menos como duelo dialéctico entre los dos candidatos. Fiel a su estrategia de esperar que pase el tiempo sin que nada pase, Mariano Rajoy rehuye la confrontación personal con Rubalcaba. Al preguntarle hace días si tomaría ciertas medidas de alcance social, o mantendría las tomadas por el Gobierno socialista, su respuesta fue "depende".

Desde entonces, Rubalcaba no pierde ocasión de quejarse de los silencios de Rajoy y de referirse a él como el señor Depende. Eso le plantea ciertas dificultades para llevar adelante una precampaña electoral en la que uno de los dos contendientes principales no comparece.

Las únicas respuestas a la acusación de que el PP se quiere cargar el Estado del bienestar, como ya se está demostrando en las autonomías donde gobierna --sostiene el PSOE--, se han encargado a dirigentes de segunda fila como González Pons , que se limitó a recordar que los verdaderos hachazos sociales ya los ha dado el Gobierno. O Cristóbal Montoro , que no le hizo ningún favor a Rajoy cuando dijo que no hay que sacralizar el Estado del bienestar porque en muchos casos significa despilfarro. Dos ejemplos de que el silencio de Rajoy sobre asunto tan delicado, con la esperanza de desactivar el debate al dejarlo en manos de segundones, puede crearle más de un problema.