A partir del próximo día 15, y de forma escalonada en la siguiente semana, 700 militares de la Brigada Mecanizada Extremadura XI, con sede en el cuartel de Bótoa, saldrán hacia el Líbano para sustituir a los soldados que están en ese país en una misión de la ONU destinada a normalizar la zona sur, que fue escenario de un grave conflicto el año pasado con enfrentamientos entre israelíes y fundamentalistas islámicos.

La misión del Líbano tiene riesgos y nadie lo oculta. Bastaría para mostrarlo el atentado que sufrieron las tropas españolas en junio pasado, que causó seis muertos. Además, las tropas extremeñas llegan en un momento delicado, porque lo harán en vísperas electorales. Pero también es cierto que desde junio hasta ahora la situación ha cambiado --el general de la Brigada, Casimiro Sanjuán, habla de "tranquilidad"-- y, además, las tropas cuentan con mejores condiciones de seguridad: los vehículos llevan inhibidores de frecuencia, que faltaban cuando se produjo el atentado. Pero, en cualquier caso, misiones como esta --y como la de Afganistán y, antes la de Kosovo, de la que los soldados extremeños fueron protagonistas--, constituyen una de las razones de ser de las Fuerzas Armadas de hoy.