En medio de la corriente revisionista de la España autonómica, a la que se acusa de despilfarradora y manirrota, Jordi Pujol ha decidido dar un salto hacia el independentismo. El otrora prudente expresident de la Generalitat, paladín del seny catalán, no ha dudado, con una inoportunidad impropia de él, en utilizar gruesa artillería verbal como "independencia o rendición" para describir el futuro de Cataluña.

Lo hace precisamente ahora que su sucesor en CiU y en el cargo de president, Artur Mas , descubre que el tripartito ha dejado un déficit que supera con creces lo permitido y con una caja tan vacía que el dinero solo les alcanza para dos meses de salario de los funcionarios públicos. Es en estas circunstancias cuando a Jordi Pujol se le ocurre decir que una Cataluña independiente es económicamente viable y que la otra opción sería someterse a la marginación y el ahogo que, según él, está sufriendo ahora.

Pese a que los embates centralistas iniciados por José María Aznar y su defensa de una necesaria revisión a la baja del estado autonómico parecen haberse puesto a enfriar por parte de la dirección del PP, que no quiere bromas en las próximas elecciones autonómicas de mayo, el debate está en la calle. Pasada la cita electoral, desde determinados centros de poder y medios de la derecha, volverá a surgir con fuerza. Más aún cuando se plantee el rescate, con dinero público, de determinadas Cajas de Ahorro muy ligadas al poder político de ciertas autonomías y atrapadas por el mercado inmobiliario.

De la irritación que, ante la crisis económica, suscita cualquier gasto considerado superfluo, da buena cuenta el lío montado en torno a la utilización de las lenguas cooficiales en el Senado. El coste de doce mil euros en cada pleno del Senado para traducir el euskera, el catalán y el gallego, ha desatado una polémica mediática en defensa del castellano que tiene mucho de rechazo de lo autonómico. Lo cierto es que, al rebufo de la polémica y teniendo en cuenta que determinadas autonomías no han cumplido el recorte de déficit comprometido --entre ellas se incluyen las gobernadas tanto por el PP como por el PSOE-- el Gobierno ya está estudiando las duplicidades que se producen entre la Administración central del Estado y el resto.

Convendría que Jordi Pujol no se dejara llevar por el camino de la grandilocuencia verbal y recordara que Mariano Rajoy y el PP plantearon un recurso de inconstitucionalidad al reformado Estatuto que ahora denosta y cuyo recorte iba mucho más allá de lo aceptado por el Tribunal. ¿O es que les está lanzando una advertencia ante su más que probable llegada al poder?