Al día siguiente de conocerse que los militantes del PP extremeño inscritos a votar en las primarias no habían seguido precisamente las preferencias de sus dirigentes, de hacerlo por Dolores Cospedal o Soraya Sáenz, el diputado autonómico Juan Antonio Morales Álvarez rompía este viernes el carné del Partido Popular y de forma escandalosa en una carta pública dirigida a afiliados y simpatizantes, con unas acusaciones duras a la dirección y mención expresa al secretario regional, Fernando Manzano.

Para el PP que preside en la región José Antonio Monago es un alivio. Un lastre menos en unos momentos en que el partido vive momentos de duda y zozobra aproximándose a una nueva ‘refundación’, o borrón y cuenta nueva, posiblemente pilotada por Pablo Casado con la ayuda de la gran derrotada, Dolores de Cospedal.

Monago apostaba por esta última, también el alcalde de Badajoz Francisco Fragoso, y en Cáceres la alcaldesa Elena Nevado se situaba públicamente a favor de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Pues bien, en la provincia de Badajoz ha ganado Pablo Casado, si bien con un margen prácticamente insignificante de cuatro votos con Cospedal, que se ha hecho con la victoria en la provincia de Cáceres.

Aunque moderadas por el hecho de que el voto no era universal en primaria como lo es en el PSOE, sino de compromisarios, parece que en todos los partidos es momento que los afiliados esperan para rebelarse en cierta forma con los aparatos, y los «consejos» de sus dirigentes de a quién hay que votar.

Con Juan Antonio Morales se va un buen lastre franquista del PP regional. Famoso por sus dos condenas judiciales, compañero ideológico del alcalde de Guadiana del Caudillo Antonio Pozo, el exsecretario provincial del PP en Badajoz y exalcalde de Lobón frecuentaba las salidas de tono y exageraciones, casi guerracivilistas, que tampoco han estado ausentes en su carta-despedida, en la que añoraba una oposición extremista contra el PSOE y prácticamente acusa a la dirección del partido de ‘conchabeo’ y bajar los brazos ante la nueva hegemonía política socialista en la región.

Morales, cuya última salida de pata de banco fue lanzar un tuit en el que venía a decir que con la presidencia de Pedro Sánchez se volvía al Frente Popular previo a la Guerra Civil, se ha despachado contra el PP nacional y también regional, en una orfandad ideológica de la que es muestra que los populares no se hayan atrevido hasta ahora a votar en contra de una nueva concepción del Valle de los Caídos que incluiría la exhumación de los restos del dictador Franco.

Hace un año se votó en el Congreso de los Diputados una propuesta del PSOE básicamente en ese sentido, apoyada por Ciudadanos y en la que el PP se abstuvo por, dicen los analistas parlamentarios, no quedarse en solitario. Un voto que nada casa con las veleidades abiertamente franquistas de un Juan Antonio Morales que abomina ahora de la posición de su partido, pero no del escaño y el sueldo que obtuvo con el mismo, y que es lo más criticable del asunto.

La situación de Morales era insostenible desde hace más de un año, cuando el propio PP votó a favor en la Asamblea de Extremadura sendas propuesta en contra de la exaltación del franquismo, presentadas por PSOE y PP, y que iban dirigidas contra él.

En la calle Adriano, sede regional del PP en Mérida, respiran aliviados por esta marcha a la que ponen puente de plata, y principalmente por las habituales salidas de tono del personaje.

No están para más sustos, ahora andan, a un año de las elecciones municipales y autonómicas, en una recomposición para la que parecen haber encontrado el perfecto ‘anti’ Albert Rivera, a un joven Pablo Casado (37 años), para romper con la memoria de la Gürtel y el tancredismo galleguista de Rajoy, y tratar de bombear novedad y optimismo en una formación venida abajo de una forma tan traumática sin anestesia como ha sido la moción de censura de Sánchez.

*Periodista.