XHxay noticias que en ocasiones pasan desapercibidas, bien porque nos hemos acostumbrado a ellas, sea porque los medios no le den la cobertura suficiente o simplemente porque nos creemos tan ajenas a ellas que no les concedemos la importancia que tienen. Hace escasos días se publicaban un par de noticias referidas a redes de prostitución, una de ellas hacía referencia a un club de carreteras de nuestra región, y otra aludía lo ocurrido a una joven natural de Avila que había sido víctima de un engaño bajo el argumento de trabajar como modelo en Grecia. Este es un tema que debía ser tratado profundamente en nuestra sociedad, ya que no sólo se trata del ataque que se produce en cuanto a derechos humanos se refiere, sino que también tiene que ver con ello la expansión tan tremenda que ha experimentado la epidemia del sida en todo el mundo, y otras enfermedades menos graves, pero también consecuencia de lo mismo. Como muchos otros problemas de este calado la solución no es fácil, pero es la sociedad la que debe recuperar la capacidad de indignación. La falta de medidas contra la prostitución en la mayor parte de los países ha permitido que crezca incontroladamente. La consecuencia es un mercado del sexo en el que las mafias campan a sus anchas a pesar de la acción policial. Un gran negocio en el que todo vale, incluida la prostitución infantil, y el turismo sexual basado en la explotación de miles de mujeres. Son carne de cañón de un negocio sumergido que mueve miles de millones de euros anuales que escapan al fisco y que además suele estar unido al tráfico de drogas y a otras actividades ilegales. Cada año millones de personas, la mayoría mujeres y niños, son engañados, vendidos, coaccionados o sometidos de alguna manera a situaciones de explotación de las cuales no pueden escapar. Constituyen la mercancía de una industria mundial que mueve miles de millones y que está dominada por grupos de delincuentes muy bien organizados que operan con impunidad. Debemos ir desterrando frases típicas que se dan con frecuencia, como aquella de que la prostitución ha sido siempre el oficio más antiguo del mundo. Parece ridículo que a fecha de hoy, en plenos siglo XXI la prostitución, sea considerada un oficio. También la esclavitud es antiquísima y por esa razón no vamos a dejar de seguir luchando contra ella.

Estamos hablando también de la dignidad de la mujer. La mayoría de las que la ejercen no lo hacen por placer. ¿A cuántas niñas se les pregunta o se les ha preguntado qué quieren ser de mayor y han dado por respuesta que desean ser prostitutas? Y en cuanto a la dignidad, resulta paradójico que ahora que vivimos décadas en las que la dignidad de las personas, especialmente de la mujer, está siendo reconocida proliferen estas redes de indeseables. La prostitución es tolerada a veces como si fuera un cáncer imposible de vencer. Hasta se presenta a veces el problema como un mal subjetivo al que conduce la aplicación de unas costumbres impregnadas de moral cristiana. Sin embargo, basta mirar otras culturas, como la china, para descubrir que en pocos lugares como allí están tan mal considerados los tratamientos indignos de la persona que se dan con la pornografía o la prostitución. En el ámbito de las Naciones Unidas se han hecho diferentes esfuerzos que intentan acabar con esta práctica. Una importante disposición en la materia la encontramos en el artículo 4.º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que afirma: "nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavas están prohibidas en todas sus formas". No obstante y pese a todo lo recogido y avanzado en materia de derechos todavía no existen soluciones a la trata de personas. Para combatir el fenómeno serán necesarios enfoques integrales, interdisciplinarios y de largo plazo, que permitan abordar todos los aspectos inmersos en la práctica y reconocer explícitamente los vínculos que se han generado entre la trata de personas, la migración, el racismo y la discriminación racial de empresas, organizaciones de empleadores y las mismas víctimas de esta discriminación tienen interés y un papel que desempeñar a la hora de aumentar esfuerzos contra ese fenómeno. Para abordar este problema la comunidad internacional deberá promover todos los valores que propicien la solidaridad internacional en condiciones de paz y seguridad, tomando en cuenta la importancia que posee el diálogo entre las culturas y el entendimiento entre los pueblos. Y es la sociedad en general la que debe alzarse contra estos criminales que se enriquecen a costa del dolor y la humillación ajenos.

*Responsable de políticas de igualdad en el PSOE de Badajoz