TPtara muchos, lo peor es que el Gobierno entable negociaciones con ETA, sin más. Hay quien dice, lisa y llanamente, que no quiere la paz, sino la derrota de la banda del terror. No comparto estas apreciaciones. Me parece bien iniciar una negociación con esos fanáticos, sobre la base de que la sociedad no les entregue, a cambio de las armas, bienes irrenunciables, ni se vulnere la Constitución ni la dignidad de las víctimas y de todos nosotros. Lo que me parece mal no es la iniciativa de aproximación, a la que juzgo valiente y oportuna, ahora que la banda está en el peor momento de su historia; lo que pienso que está mal concebido y peor ejecutado es la política de comunicación.

No es ni baladí ni secundario lo que digo. En política -y esto Zapatero lo sabe bien-, las formas son tan importantes como el fondo. Y las formas no se limitan solamente a ensayar una sonrisa, que viene resultando más o menos siempre la misma, ante el interlocutor o ante el conjunto de los españoles.

La transparencia informativa es esencial, y esa transparencia -que no quiere decir que las negociaciones con ETA tengan que ser radiadas como un partido de fútbol, claro- simplemente ha dejado de existir.

Como profesional de la información, me han parecido muy preocupantes dos hitos: la última comparecencia ´en el Congreso´ del presidente del Gobierno (en realidad, como se sabe, en los pasillos del Congreso, que no deja de ser sede parlamentaria, pero no es el Parlamento) y las apariciones simultáneas de los representantes del Partido Socialista de Euskadi y de Batasuna tras su encuentro ´público´.

Que Zapatero, el teórico campeón de la permeabilidad informativa, no permitiese pregunta alguna de los periodistas en el momento trascendental de anunciar la apertura de negociaciones con ETA, resulta decepcionante. Que el primer acuerdo visible entre socialistas vascos y batasunos sea evitar las curiosidades que los informadores pudieran plantearles tras su encuentro ´para la foto´, resulta ya alarmante.

Porque lo último que el Gobierno de Zapatero y el partido que lo sustenta pueden permitirse es generar un clima de incertidumbres, sospechas, recelos y aprensiones en torno a este proceso de paz -a mí sí me vale esta terminología-. Y buena parte de la ciudadanía que sí quiere acabar con la pesadilla de ETA mediante una negociación razonable parece empezar a pensar que el poder, sea quien sea el que lo cimiente, le oculta datos importantes y para nada cuenta con la opinión pública.

Pues eso, ya digo: la comunicación al personal, que vuelve a fallar estrepitosamente.

*Periodista