Un día entre chiste y buen humor oí decir a Franquete "¡Ay señoras y señores, si yo hubiera estudiado los libros sería un pequeño sabio!". Sonreí su gracia pensando: este hombre ha estudiado en el mejor de los libros, en el de la vida y es hoy un sabio provocador de sonrisas. Detrás de los gruesos cristales de sus gafas se esconden unos ojos observadores y en su imaginación una capacidad creativa para llevar la sonrisa y la carcajada no sólo a su amigo Paco, sino a todos los que le escuchan. A mí me ha hecho creer que la sonrisa debe ser una de las ocupaciones más serias de la humanidad. Hoy salí con ánimo de aprender y me encontré en el parque con un hombre que sonríe a todos los que pasan. Recogía en ese momento las hojas secas de un árbol y le pregunté por el secreto de su sonrisa. El me respondió: "El día más inútil de nuestra vida es aquel en el que no hayamos reído". De repente pensé: estoy ante un Séneca vestido de barrendero y seguí escuchándolo mientras me decía: "hablo con los instrumentos de trabajo y con la basura que recojo. A estas hojitas secas, que un día sirvieron de adorno y pulmón de un árbol y le dieron vida, ahora les digo no lloréis seréis abono, vuestra vida no se acabará, servís para mucho y esto mismo le digo a los tristes y enfermos". Hoy me atrevo a decir que la sonrisa es la fotosíntesis del interior del hombre y por lo tanto el secreto y la clave con que se descifra un hombre entero.