Una vez más el profesor de Filosofía Víctor Bermúdez dedica un artículo a la caza. Y una vez más lo hace para atacar a la caza y para intentar ridiculizar la actividad. Y una vez más lo hace mintiendo. Me pregunto si miente por simple ignorancia o si miente sabiendo que lo hace. El resultado no difiere mucho, pero la intención sí. Sostiene Bermúdez que el último informe presentado por la Federación Extremeña de Caza ha sido «pagado por todos nosotros». Miente, a menos que sea cazador federado, puesto que ha sido financiado íntegramente por la Federación y llevado a cabo con gran esfuerzo por sus trabajadores y colaboradores.

Sostiene Bermúdez que ese informe «indica que el número de licencias expedidas en Extremadura vuelve a descender». Miente, o al menos oculta parte de la verdad, cuando toma ese dato aislado y no cuenta, como perfectamente se refleja en el informe, que las licencias de caza en vigor aumentan año tras año (86.618 en el año 2016, 88.885 en el año 2017 y 89.856 en el año 2018).

Sostiene Bermúdez que el PROADES que desarrolla la Federación consiste en «promocionar el deporte de la caza entre los niños». Miente, y lo sabe, porque la Federación ya ha explicado en muchas ocasiones el contenido de esas actuaciones que se llevan a cabo en los colegios y que van mucho más allá de esa simpleza. Cuando quiera, donde quiera, debatimos en profundidad sobre el PROADES, y a lo mejor así entiende por qué año tras año es una de las actividades más demandadas por los colegios.

Sostiene Bermúdez que le «cuesta trabajo imaginar que a las chicas -por regla general más empáticas y menos agresivas que los chicos- les vaya a molar mucho esto -tan testosterónico- de acechar y pegar tiros a ciervos o jabalíes». Aquí, simplemente, falta al respeto a los miles de mujeres cazadoras que hay en toda España, también en Extremadura, que hace tiempo decidieron que las actividades y aficiones no se dividen en «cosas para chicos y cosas para chicas», como parece sugerir ese razonamiento tan rancio y machista.

Sostiene Bermúdez que «no necesitamos a los cazadores para proteger el monte». Miente, porque no sabe -o no quiere saber- que un elevado porcentaje de los espacios protegidos de la región han llegado a ese nivel de conservación, precisamente, por el trabajo y la iniciativa de los cazadores. Y si no lo sabe, le recomendamos que estudie la historia de los parques nacionales de Monfragüe, Cabañeros y Doñana. O que estudie en profundidad la causa de deterioro de los hábitats de la perdiz roja y de la tórtola europea y dónde siguen manteniéndose poblaciones estables de estas especies. O quiénes gestionan los terrenos donde mejor se está recuperando el lince ibérico. O que nos cuente qué ha pasado con las tórtolas en Reino Unido desde que se prohibió su caza y nadie volvió a gestionar la especie.

Sostiene Bermúdez que «si el argumento más importante es el del dinero y el empleo, ¿por qué no legalizar y promover, no sé, el tráfico de drogas o la prostitución, que reportan aún más dinero y «empleos»?».

Miente, porque en ningún caso ese ha sido el argumento más importante. Hablamos de libertad individual, hablamos también de cultura, de filosofía, de antropología, de control de poblaciones de especies para las que ya no hay depredadores, hablamos del derecho a consumir la carne de más calidad que existe, hablamos de conservación y cuidado de los hábitats...

Sostiene Bermúdez que «el problema de la superpoblación lo generan en gran medida ellos mismos, introduciendo determinados animales en los cotos y/o eliminando a sus depredadores naturales». Miente una vez más tomando el caso aislado como conclusión global. Y miente porque demuestra su ignorancia sobre las tasas de crecimiento natural del jabalí, por ejemplo.

Así que miente una y otra vez, aunque en mi opinión el exceso de ignorancia no le resta ni un ápice de culpa por sus mentiras. El objetivo de Bermúdez con éste y otros artículos es claro: desprestigiar al sector, acosarlo, estigmatizarlo, aislarlo y, en artículos como el último, reírse de miles de cazadores, hombres, mujeres, niños y niñas que merecen la tolerancia que él es incapaz de ofrecer.

Decía Francis Bacon: «Calumniad con audacia; siempre quedará algo». Y es cierto. Bermúdez calumnia, y lo hace con la audacia de la ignorancia. Y algo queda: ese regusto amargo en todos aquellos que amamos esta actividad a la que se dedicaron personajes como Miguel Delibes, Félix Rodríguez de la Fuente, Manuel Azaña, Nelson Mandela o Charles Darwin, entre muchos otros. Por ellos y por el orgullo de todas las decenas de miles de cazadores que hay en Extremadura, esta vez no vamos a callar ante el ataque de Víctor Bermúdez.

*Presidente de la Federación Extremeña

de Caza.