TUtn día de julio hace diez años, un destacamento holandés de Naciones Unidas que protegía un enclave musulmán se largó a Zagreb a beber cerveza. Una banda de animales llego a Srebrenica y masacró a 6.000, 7.000, 8.000 musulmanes. Siete años después, se publicó un informe oficial de la tragedia que obligó al Gobierno holandés a dimitir. Un gesto tardío y a fin de cuentas irrisorio para las víctimas de una hecatombe que ha quedado como símbolo de la dejadez europea ante el dolor del mundo. Esta semana los medios han dedicado un poco de espacio a Srebrenica, pero cautamente, obsesionados como estábamos por nuestros propios problemas en el metro de Londres. Los detalles se olvidan. Pronto se olvidarán los muertos de Londres y ya están olvidados los 6.000, 7.000 u 8.000 de Srebrenica, que encima eran musulmanes como los de Chechenia, como los de Guantánamo.

En Srebrenica, desafortunadamente, ya es tarde para ser buenos o simplemente decentes. Así que hasta la próxima.

*Periodista