WLw a confluencia entre el juicio positivo de la canciller Angela Merkel sobre nuestra economía y el apoyo de España a las propuestas alemanas para una política económica común en la zona euro fue la gran noticia del pasado jueves.

Pero las asignaturas pendientes no se resolverán desde fuera si dentro no hacemos los deberes para tener empresas competitivas, tanto en la zona euro como en el mercado mundial. Y en este frente el anuncio del Banco de España de que el Producto Interior Bruto (PIB) creció el 0,2% en el cuarto trimestre del pasado año, tras tasas positivas en el primero y un estancamiento en el tercero, es tonificante. Confirma este ligero incremento que se ha iniciado lo que el Banco de España califica de "una suave recuperación".

El PIB español del 2010 cayó el 0,1%, lo que en su contexto es alentador. Primero, porque la previsión del Gobierno, que había sido calificada de optimista por muchos analistas, era del -0,3%. La credibilidad del Gobierno y de la vicepresidenta Salgado sale, pues, reforzada.

Además, en el 2009, el peor año de la crisis, la caída del PIB fue nada menos que del 3,7%. El cambio de tendencia es notorio y más todavía si vemos que la demanda interna (animada por el consumo de las familias y la inversión empresarial, pero castigada por la restricción presupuestaria y la inversión en materia de construcción) moderó su caída del 6% en el 2009 al 1,2%. Mientras, el sector exterior (gracias al auge exportador de nuestras empresas) contribuyó con un 1% positivo al resultado del PIB. Por eso, la muy atacada previsión gubernamental de crecimiento para este año (1,3%) adquiere más credibilidad.

Pero no hay que lanzar las campanas al vuelo. El Banco de España dice que es una recuperación suave e incierta. Y, en todo caso, inferior a la de otros países europeos, lo que obliga a continuar en la senda reformista. Además, se sigue destruyendo empleo neto, aunque a un ritmo mucho menor (2,3% frente al 6,8% del 2009). Lo preocupante es que, para garantizar su creación (y el descenso del paro), hay que crecer a una tasa anual del 2%, lo que, salvo un imprevisible milagro, no lograremos hasta el año próximo.

De ahí que sea tan importante el esfuerzo de concertación que el Gobierno, los sindicatos, la patronal y muchas fuerzas políticas han hecho esta semana. Saldremos del pozo mejor y más rápido si todos empujamos en la misma dirección.