WNw o deja de sorprender que la banca española haya dado mayoritariamente la espalda a la subasta organizada el jueves por el Estado para inyectar liquidez a las entidades financieras, cuando todos los expertos señalan que el crédito a familias y empresas sigue cerrado por las dificultades de bancos y cajas para obtener recursos a buen precio. De los 5.000 millones de euros que el Tesoro puso a disposición del sistema financiero, solo fueron adjudicados 2.115, en una subasta a la que concurrieron 28 de las 354 entidades que tenían derecho a hacerlo. Se trataba, según los expertos, de una buena oportunidad --el interés era del 3,339% a dos años--, pero acabó en fracaso, pese a ser una de las medidas estrella del Gobierno para reactivar el crédito. Es posible que haya que buscar la causa de esa pobre respuesta más en el campo de la psicología que en el puramente financiero. Muchas entidades han considerado que concurrir a una subasta pública en busca de fondos iba a repercutir negativamente en su imagen. Es decir, hay un riesgo de que se asocie esa excepcional toma de recursos con la debilidad de las entidades. Sobre todo después de que fracasara el intento de la banca de que esas operaciones fueran secretas. Bancos y cajas basan su negocio en la confianza, y esta puede verse dañada en estos días convulsos por el más mínimo gesto que se interprete como una debilidad. A ese fenómeno ha contribuido también la abundante demagogia sobre los "regalos" que el Gobierno hace a un sector bancario que disfruta de grandes beneficios. Ni el Ejecutivo ni la propia banca han sabido explicar la realidad de los planes "de rescate" y ahora se pagan las consecuencias.