TLta economía se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los temas más comentados y debatidos, no solo en medios de comunicación o en prensa especializada, sino en las conversaciones familiares o de pasillo. En pocos años, obligados por las circunstancias, la prima de riesgo, la inflación, las preferentes, el déficit o la deuda forman parte del lenguaje cotidiano, algo que no había ocurrido nunca.

Un master en economía obligado por las circunstancias, pero en los que, en determinados aspectos, siguen existiendo muchas sombras y poca explicación o claridad con asuntos que están afectando en el día a día de las familias, truncando sueños, esperanzas o proyectos vitales, como ha ocurrido con la deuda subordinada. Una figura financiera que las entidades de crédito han puesto en circulación con la misma normalidad que opacidad y que ahora está generando y destapando situaciones inconcebibles en un Estado avanzado como el nuestro.

XLA DEUDAx subordina esconde una definición con muchas palabras frías y técnicas, muy alejadas de la forma de presentar el producto a los pequeños ahorradores, que se han visto inmersos en un galimatías económico que nadie sabe explicar, con un único elemento en común, el drama se da en las historias personales de cada uno de los afectados, que es donde tenemos que dirigir nuestras miradas para buscar soluciones.

Ese es el caso de una de las afectadas que me explicaba como los ahorros de su vida, guardados para poder atender unas necesidades médicas, ahora no están disponibles, haciendo peligrar la propia salud. O como un matrimonio, que había sufrido el revés de un despido, había decidido ubicar el dinero de la indemnización en las subordinadas para disponer de él en momentos de dificultad y ahora no pueden recurrir a ellos. O cómo otra familia ha visto como se volatilizaban los ahorros de su vida, guardados para afrontar la merecida jubilación.

Son tres ejemplos reales pero que representan una pequeña muestra de las miles de víctimas en nuestro país y en nuestra ciudad y que demandan una solución y una explicación, que no les saben ofrecer aquellos que incitaron a guardar aquí sus ahorros, en muchos casos sin conocer riesgos, realidades o confundidos con otras figuras financieras más habituales en la jerga cotidiana.

Aunque el lenguaje económico está ya en nuestras vidas, aunque sea tema de conversación y controversia, todavía hay muchas sombras y pocas explicaciones, puesto que contamos con preferentes sin preferencia para los que las contrataron y con subordinadas, pero no sabemos a quiénes, si a la banca, o la especulación. Lo único claro es que no lo están a las personas, a los pequeños ahorradores que, como en muchas ocasiones, son los grandes perjudicados.

*La autora del artículo es alcaldesa de la ciudad de Cáceres.