Periodista

Según algunos sociólogos, vivimos en la duda y en la contradicción, lo cual sería hasta bueno si provocara la reflexión sobre las conductas individuales y colectivas. Pero no parece ése el caso, sino que la sociedad de masas, en una rebelión defensiva y suicida, se precipita hacia la indiferente --y esclava-- materialidad consumidora como principio y fin de todos los actos de la existencia. La incredulidad, el hastío y la banalidad presiden las relaciones entre los "instalados" (o desarrollados, a medias o en plenitud) del siglo XXI, y se aprecia más con descarnada exactitud en nuestro hábitat hispano por considerarnos medio ricos y desmemoriados.

No nos engañemos. El que algunos medios de información, de incidencia mínima en los comportamientos, sigan erre que erre con la guerra de Irak, las mentiras que nos hicieron tragar por decreto para justificar sus iniquidades, no significa que sean de trascendencia generalizada, aspecto que es determinante ante las próximas elecciones. No se trata de debatir, sino de conservar el poder, algo muy antiguo.

Porque una de las lecciones diarias que nos ofrece el género humano, dicho sea de forma genérica, es el de la subsistencia. Cuanto más ofrecen esos medios de comunicación social en sus informativos desgracias generalizadas y hambrunas sin cuento, más se agarra cada uno al clavo ardiendo de su cotidianeidad. ¿Por qué no interviene la gran potencia, con el beneplácito del trío (bufo) de la Azores, en solucionar los problemas de Sierra Leona, Haití, y en tantos otros sitios en donde las tragedias se suceden sin remedio destrozando a miles de personas a diario? Allí no hay petróleo ni geoestrategia ni geoleches, por lo cual el simple planteamiento es precipitarse de lleno en el terreno de los imbéciles e ingenuos que en el mundo han sido.

No nos consta que Aznar, en su visita al Papa, o el Papa, cuando recibió a Aznar, le recordara la complicidad en una guerra injusta e ilegal o la absolución cristiana por el hecho de mentir de forma continua, causando grave daño a terceros, dicho sea como ilustrativo e incómodo recordatorio a los opuístas gubernamentales.

Zapatero promete que contribuirá, con otros gobernantes, a combatir el hambre en el mundo. Loable intención que no se traducirá en votos, quizá por aquello de que las posturas éticas no deben tener una correlación en la inmediatez de las urnas.

Hablamos de subsistencia, y es que un amigo siempre me comentaba que vivir, lo que se dice vivir, hasta los quince, luego se subsiste. Lo que mola es la visión hedonista del conjunto de la sociedad. Y a este fin se encaminan todos los esfuerzos. Sin ir más lejos, en Badajoz (algunos) se han empeñado en la sacrosanta y trascendental misión de ser el carnaval más famoso de España. Y, a tal fin, muchos de los componentes de las comparsas y murgas entrenan durante tres y cuatro horas diarias en los últimos tres meses. ¡Qué voluntad, qué empeño, digno de ser loado e inmortalizado!

La mayoría de los individuos que conforman la manada se preocupa por subsistir ante los depredadores (minoría) que tratan de engañarles. Y cuando ven lo mal que lo pasan esos otros millones de congéneres inmersos en sus atávicas situaciones injustas, se crecen ante al grado de su bienestar. Lo lúdico es el primer gran objetivo.

Establecer lecturas políticas de los programas electorales, profundizar analíticamente en la barahúnda de la información y separar los exégetas de los descifradores, dirimir entre la verdad y la mentira, filtrar la propaganda de la noticia, exige tal grado de esfuerzo, preparación y entrenamiento que es mejor seguir la secuela del vivir y dejar vivir.

Luego acudiremos a la llamada solidaria de la última catástrofe, porque tenemos buen corazón, pero no pidamos peras al olmo. Definitivamente, al menos de momento, parece que hemos entrado en el fin de las civilizaciones anteriores. El futuro no está escrito, pero se acerca el regreso a la selva.