Cómo echan de menos a Cuevas en la CEOE! Don José María, que sucedió a Carlos Ferrer Salat , formó una pinza con la ayuda de José María Fidalgo que obligaba a Cándido Méndez a actuar con sentido común, sentido de Estado, y durante unos cuantos años empresarios y sindicatos enseñaron a políticos y ciudadanos que era no sé si más fácil, pero sin duda más positivo entenderse que pelear para nada. Durante años los sindicatos y la patronal dieron la lección a los políticos de que era posible el diálogo y el acuerdo. Las obsoletas y caducas estructuras sindicales y empresariales --la reforma sigue pendiente para ambas-- parecían un poco menos viejas porque primaban los intereses colectivos sobre los individuales. Contempló la jubilación imprescindible de Camacho y Redondo --que, pese a su oposición inicial, acabaron siendo una pieza imprescindible de los Pactos de La Moncloa-- y la derrota de la esperanza blanca que fue Antonio Gutiérrez , al que la prebenda política convirtió en casi nada.

Me decía Cuevas hace unos años que la CEOE era "la casa de los conflictos". ¡Ni se imaginaba, o tal vez sí, hasta dónde podía ser cierta la afirmación. Pero él fue capaz de encontrar el equilibrio que contentaba a todos. Los años trágicos de Díaz Ferrán, junto con la marcha de Fidalgo, han causado un daño a la patronal que costará recuperar.

Cuevas era parco en palabras, duro en la expresión, firme y muy inteligente. "Los políticos, me dijo, deberían dedicarse más a resolver los problemas de la sociedad que a generar discursos partidistas que no entiende la población". Le preocupaba el paro y tenía muy claro que "el empleo que crea el Estado no es empleo" y que este país necesita tres reformas: la fiscal, la laboral y la de la educación y la I+D+i. Ahora cuando, al menos, compiten tres candidatos para suceder al sucesor de Cuevas --un tiempo perdido--, tal vez el ganador acabe siendo un cuarto. Los empresarios tienen que optar entre el rosellismo del líder de Fomento del Trabajo catalán, el baneguismo o el herrerismo andaluz, mientras algunos tratan de convencer a Manuel Pizarro para que se presente o buscar un caballo blanco , joven, con éxito empresarial que sea capaz de ganar a las viejas glorias. Pero, ¿quién es él y dónde encontrarle?

La CEOE está dividida y, lo que es peor, sin ideas. Nadie sabe por dónde debe caminar la patronal en un país complejo, desnortado, con agujeros en la unidad de mercado, con un Gobierno debilitado y una oposición que despierta escasa atracción en la clase empresarial. Una palabra de Botín en el padock de la Formula 1 vale diez veces una declaración oficial del presidente de la CEOE. Malo. La CEOE todavía no ha hecho los deberes y no se percibe un candidato que sea capaz de ocupar un lugar de referencia para afrontar lo que nos queda de crisis.