Volverán los analistas de nuestros balcones sus opiniones a colgar... y hasta puede que nos abrumen con sus opiniones, muchas de las cuales --se vio en la noche electoral-- ya han ofrecido el giro chaquetil consustancial con las alteraciones abruptas y perversas para sobrevivir en la jungla en que han convertido la convivencia.

Pudiera parecer que el resultado de las urnas borra de un plumazo el pasado inmediato. Y, sin embargo, sostengo la obviedad de que las heridas dejan cicatrices y que cuando cambia el tiempo, el cuerpo y el espíritu se resienten y avisan, como si se remozase el recuerdo doloroso. Por encima de la alegría de la victoria socialista, no puedo dejar de tener presente la crispación, fruto de una tensión a la que se ha sometido a la ciudadanía durante estos años. Y no me vale que es inherente a la mayoría de las campañas, en las que se promete la luna por un lado y se ataca sin piedad al adversario; es que era la propia sociedad la que estaba bipolarizada. Buenos y malos, sin matices.

Es normal que el apasionamiento haga ver las cosas de distintos colores y lo que es un error para unos puede llegar a ser considerado como un acierto, para otros. No he visto la más ligera autocrítica en las filas del PP por los resultados y todo lo basan exclusivamente en la carga emocional de los ciudadanos en los dos últimos días, sin admitir sus mentiras, ni las frustraciones que han causado en la población los tres años anteriores con el decretazo, la política internacional, la reforma educativa, la carestía de la vivienda, etc. Podían consolarse, mejor, resaltando que su masa de seguidores es cuantiosa (más de nueve millones) y que perder o ganar en democracia es la parte más intrínseca del sistema.

Antes de que se produjeran los execrables y tremendos hechos del 11 de marzo, la campaña electoral había sido sucia con alusiones-acusaciones por miembros del Gobierno de pactar con los asesinos. Luego, la reacción de algunos ciudadanos (pocos pero significativos) en las concentraciones de repulsa el mismo día 11 fue tan desproporcionada como injusta, al menos en Badajoz. Todo ello podría movernos a considerar que en sucesivas citas electorales, en el desenvolvimiento diario de la vida política, se reflexionara un poco más antes de abrir la boca. Que un edil del partido popular jalee y de la enhorabuena a una señora que había insultado al presidente de la Diputación de Badajoz habla muy poco del carácter democrático y del talante que debe presidir la praxis política. Es un ejemplo y tengo muchos más. Por favor, no a las dos Españas, no al resquemor.

Rodríguez Ibarra manifestó, retomando los años de ilusiones de la juventud pasada, con Dylan a la cabeza, que tenía un sueño: que Zapatero estuviera en La Moncloa y él en la Junta, para que Extremadura saliese beneficiada. El futuro presidente el Gobierno ya ha prometido que cumplirá las peticiones realizadas por el presidente extremeño, del Plan Especial de Empleo, acelerar las obras de infraestructuras, etc. Sin enfatizar, podemos decir que se inicia, tras ochos años de escasa atención de los populares, una etapa plena de ilusión para los extremeños, aun a sabiendas de las dificultades que comporta toda acción de gobierno. No vendrán de fuera a salvarnos, pero sí a echarnos una mano.

Pero uno, de forma modesta, también tiene un sueño más etéreo: que aprendamos, de una vez para siempre, a respetar las diferencias, a rebajar la crispación diaria. No hay tantas distancias en las conductas vitales, mejor, no hay ninguna: Nacemos llorando y morimos a disgusto En el ínterin, resistimos como podemos las inclemencias que nos acometen y gozamos por respirar, amar. ¡Cómo está de hermosa Extremadura en esta primavera que llega!... Habrá que recordar otra vez las palabras de un Papa bueno, Juan XXIII , cuando dijo que los hombres éramos iguales y sólo nos diferenciaban las ideas.

Por eso, la noche del domingo, para un servidor, fue un día agridulce. Contradictorio en su secuencia por el recuerdo. Me queda el inmenso e inolvidable dolor por las víctimas del atentado terrorista. Me queda la esperanza de caminar hacia una sociedad más tolerante en una Extremadura con más oportunidades.

*Periodista