Filólogo

La civilización nació en Sumer. Sumer está siendo aplastada por las bombas que los F-52 americanos vomitan sobre su historia.

Sumer fue, con toda probabilidad, lo que hoy es Bagdad y sus contornos: el origen de la civilización, desde la invención de la rueda, al mayor refinamiento. Mas de mil años antes de que los griegos tuvieran la Ilíada y los hebreos las partes más antiguas de la Biblia, en esta tierra, cubierta hoy de sangre y odios, se derramó en primer lugar la luz de la historia.

Hay que retroceder hasta aquel inicio crepuscular donde por primera vez ocurre la recolección de los dátiles, el cultivo de la cebada, el uso del arado de madera y la reja de piedra, el pastoreo de los rebaños, la pesca en el Tigris; donde se empadronaron los primeros carpinteros del orbe, los primeros metalistas, orives, alfareros, canteros, escultores, albañiles; allí donde por primera vez se desarrolla el poder político y religioso y se organiza y gobierna de modo sistemático a los humanos.

Las primeras muestras de escritura se producen en Sumer, sobre barro; en la educación se asienta las bases de la vida civilizada; la medicina da en Sumer sus primeros pasos; y la filología y la historiografía y la literatura con libros sapienciales y mitológicos, cuyas concepciones nutrirán luego el judaísmo y el cristianismo con mitos y epopeyas que recogen sus tradiciones y sus complicaciones teológicas, que llegaron hasta nosotros: la torre de Babel, la ubicación del Paraíso Terrenal entre el Tigris y el Eufrates, el episodio bíblico de Moisés, el del Diluvio, etétera; hasta llegar a consolidar la ciudad como un cosmos completo, un universo en sí, cerrado y perfectamente separado de los demás, soberano, cabal, con sus dioses y su centro: la civilidad.

Aquella luz inicial de la historia está quedando sepultada bajo los escombros de la guerra: la civilización, --¡ay!--, ha regresado a la barbarie.