Creerse a estas alturas algo de lo que la Junta de Extremadura, el PSOE regional y Guillermo Fernández Vara ofrecen en los Presupuestos Generales Autonómicos para 2018 es más que un acto de fe, es un salto al vacío, una caída libre sin fin ni fondo donde la confianza de ciudadanos, empresas e instituciones se ve arrojada una y otra vez a lo largo de esta legislatura.

Desde 2015, con aquella firma ante notario de compromisos con los extremeños, Vara, el PSOE y la Junta se han dedicado sistemáticamente a incumplir cualquier propuesta, medida o partida presupuestaria, sin sonrojo y sin propósito de enmienda, decir, decir y decir, prometer, prometer y prometer y poco o nada hacer o cumplir.

En esta región, y a lo largo de estos dos años de legislatura, los Presupuestos son un mero supuesto, una novela de ficción que se escribe en papel mojado, de nada sirven los acuerdos con otros partidos políticos, como el PP de Extremadura que de buena fe y por el bien de los extremeños, tendió su mano al ejecutivo regional en dos ocasiones para sacar adelante en la Asamblea las cuentas regionales para 2016 y 2017.

Cada vez que Fernández Vara y su equipo hacen una supuesta promesa, presentan un supuesto presupuesto los extremeños nos sentimos como Bill Murray en ‘Atrapado en el tiempo’ , estamos atrapados en nuestro particular Día de la Marmota, volvemos una y otra vez al pasado, a las viejas recetas inútiles para nuestras familias, nuestro campo, nuestras empresas, nuestras infraestructuras, nuestra educación. El PSOE nos ha instalado en un bucle político donde nada se cumple, donde nada se ejecuta, y donde el futuro está cada vez más lejos y es cada vez más oscuro.

Estamos otra vez en el punto de partida. Extremadura, año tras año, parte de cero en lo que a Presupuestos Generales se refiere. La ejecución presupuestaria de la Junta es irrisoria, nula y carente de credibilidad. Ejemplos hay muchos. Un supuesto apoyo a la empresa extremeña, que acabó con la concesión del transporte sanitario a una empresa andaluza; un supuesto proyecto de Hospital Don Benito-Villanueva, que ya ha cambiado dos veces de ubicación y ahora no tienen la titularidad de los terrenos, es más una quimera que una garantía de salud pública; un supuesto apoyo al campo extremeño, con un proyecto de Regadío en Tierra de Barros que ni está ni se le espera, que ha doblado su coste y no tiene fecha ni hay intención de ponerlo en marcha; y tampoco hay ni rastro de los planes de empleo o desarrollo industrial.

Y podríamos seguir así con la Renta Básica, la bajada de impuestos, o el apoyo a las empresas, que según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística ha descendido su creación en la región un 27’5% en un año. Todo datos en negativo en el haber de la Junta de Extremadura en lo que a cumplimientos para la sociedad se refiere.

Vara está instalado en la rutina del incumplimiento, empeñado en prorrogar año tras año la agonía de Extremadura, de sus ciudadanos. Su gestión se basa en ahondar en las políticas de lo que nos hunde, con viejas políticas apoyadas por nuevos socios. No cumplieron cuando pactaron con el Partido Popular, y nadie espera ni se cree que vayan a cumplir ahora que han pactado la paralización de Extremadura con Podemos.

Las cuentas de 2018 muestran la falta total de preocupación del PSOE, y de su nuevos socios de Podemos, por el bienestar social, pero sí su total compromiso con la de sus altos cargos, a los que suben sus salarios. No bajan los impuestos ni a familias ni a empresas, pero congelan la inversión, que ya era poca, y generan desempleo, pero aumentan el número de consejerías y de cargos de confianza.

Lo único que Vara puede ya certificar ante notario es su fracaso, su falta de palabra hacia los extremeños, el engaño a Extremadura que parece estar dispuesto a rubricar por tercera vez, pues mucho nos tenemos que los Presupuestos Generales para 2018 son más de lo mismo, otro brindis al sol con un proyecto inútil para una región que el socialismo ha logrado convertir en la que menos crece, la que más paro genera, y la que Comunidad Autónoma con al economía más débil de España. Todo un logro.

La comparación es clara, los datos están ahí y son contrastables. El Gobierno de José Antonio Monago logró, y en plena crisis nacional, bajar el paro juvenil en la región en un 20% y recuperar más de 2.500 empleos de autónomos perdidos con el PSOE entre 2007 y 2011, una herencia que Vara ha dilapidado, dejando como resultado de su nefasta gestión 509 autónomos menos, la tasa de paro juvenil más alta de España, que 4,000 jóvenes se vean obligados a marcharse en el ultimo año y que el 43% de los jóvenes extremeños con empleo estén en riesgo de pobreza.

Vara parece estar dispuesto a poner en venta, a sacrificar el presente y el futuro de todos los extremeños por cuatro votos. No le importa Extremadura, no le importan los extremeños, no le interesa ni su bienestar ni su desarrollo, tan solo se ha preocupado por mantener el estatus de los suyos.

El Partido Popular de Extremadura tendió una vez más una mano de colaboración que el PSOE ha rechazado, ha intentado cambiar el rumbo de este viaje de ciencia ficción, de engaño absoluto, de este espejismo político que no lleva, según avanzan todos los indicadores económicos, a ningún sitio salvo al abismo y la precariedad para todos los extremeños.