Es curioso cómo los presuntos delincuentes coinciden en sus gestos. Me refiero al paralelismo que existe entre Josef Fritzl y Julián Muñoz al ir detenidos (y salvando las distancias, como dice mi vecina).

Josef Fritz salió de prisión para declarar por el abominable hecho de tener encerrada a su hija y forzada amante, Elisabeth y a varios de sus hijos con ella, durante 24 años. Este monstruo (no merece llamarlo hombre) al declarar, alega en su defensa que nunca tuvo el cariño de su madre, por eso vivió una infancia desgraciada, carente de afectos y que por eso obró así. ¿Es tan débil que necesita tener a una mujer encerrada y atemorizada en un zulo para obtener afecto? ¿No tenía el de su abnegada esposa y de sus otros hijos?

El monstruo de Amstetten se cubría la cara todo el tiempo con un portafolio azul abierto, como si estuviera leyendo. No quería que le vieran su abominable cara. El hombre ha vivido durante más de dos décadas sin remordimientos, consciente de sus monstruosos actos como tener privados de libertad a su hija-amante y a seis hijos (además del que murió ¿o asesinó?) habidos con ella sin ver la luz del día, incomunicados con el mundo exterior. El embaucador, egoísta y amoral confeso, ahora siente vergüenza de que le vean la cara.

También Julián Muñoz, al entrar y salir de la cárcel y los juzgados, se tapaba las esposas que aprisionaban sus muñecas con una carpeta, ¿pretenden así ocultar su vergüenza? Cuando nadie sabía nada, cuando campaban a sus anchas por la vida, viviendo una doble idem, de honestidad cara al público y de delitos de puertas para adentro, iban a cara descubierta, repartiendo prebendas, disfrutando en el Rocío, Muñoz y viéndosele sonriente en vacaciones y fiestas, disfrutando de la vida en una paradisíaca playa como Fritzl. Pero cuando son atrapados, cuando se enfrentan a la justicia, entonces les da vergüenza de que los vean y recurren al socorrido portafolios. Es como si quisieran ocultar tras ella, su doble personalidad.

Muchas caras que vemos cada día por televisión, también llevarían un antifaz si pudieran.