WEw l pacto de legislatura alcanzado el viernes entre el Gobierno del PSOE, el Partido Nacionalista Vasco y Coalición Canaria significa en primer lugar una rectificación de la política de geometría variable con la que se empeñaba en gobernar José Luis Rodríguez Zapatero desde que llegó al poder en el año 2004 y, sobre todo, en su segunda legislatura, en la que prefirió ser investido únicamente con los votos socialistas.

El acuerdo con el PNV, que incluye su apoyo a los presupuestos del 2011 y el 2012 y a leyes económicas como la reforma de las pensiones, acaba con la práctica de buscar votos en partidos diversos según el asunto que se tratara de aprobar en cada momento y da la necesaria estabilidad al Gobierno para agotar la legislatura.

El acuerdo es por tanto oportuno, pero tardío, pues Zapatero nunca debió iniciar su segundo mandato sin apoyos estables. Si en la primera legislatura gobernó hacia la izquierda, mediante pactos con ERC y otros grupos, ahora lo hará más a la derecha, con un partido nacionalista moderado, el PNV que dirige Iñigo Urkullu, y con un grupo conservador como Coalición Canaria, siempre dispuesto (como ha hecho en aquellas legislaturas en que no ha habido mayorías absolutas) a ofrecer sus votos al mejor postor.

La segunda consecuencia del pacto es que desactiva la posibilidad de que otros partidos minoritarios puedan influir en el Gobierno, entre ellos los nacionalistas catalanes de CiU, que en caso de ganar las elecciones autonómicas que se celebrarán dentro de unas semanas, ya no son decisivos en el Congreso de los Diputados para presionar a Zapatero y poder así exigirle el traspaso de competencias a cambio de apoyo estable.

El pragmatismo vasco se ha impuesto de nuevo a las dudas y a la ambigüedad catalanas. Y esta vez la jugada del PNV tiene más mérito porque es un partido que se encuentra en la oposición en el País Vasco. Hay pocos precedentes de un pacto que conlleve traspasos autonómicos con un partido que no gobierna en la comunidad beneficiada.

El pacto ayuda al PNV en su camino para recuperar Ajuria Enea y deja en una posición incómoda al Gobierno del socialista Patxi López, que ha sido un mero espectador en la negociación. El acuerdo implica el traspaso a esa comunidad autónoma de 20 competencias, entre ellas las políticas activas de empleo y una cuestión simbólica: el nombre oficial de las tres provincias vascas será solo en euskera.

Horas antes del pacto, el PP había calificado los presupuestos como "el testamento" de Zapatero porque los siguientes los elaboraría un Gobierno de Rajoy. Ahora, el PP se verá obligado a buscar nuevos argumentos.