Es cierto que la capacidad de ahorro de los extremeños ha descendido en los últimos años de forma progresiva, pero no lo es menos que el dato de la caída, algo más de un 12% en el 2002 con respecto a 1995, según la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas, se sitúa prácticamente en los mismos términos que la media nacional. Y el estudio también pone de relieve que han sido todas las comunidades las que han visto caer su tasa. Extremadura se sitúa en el ranking como la sexta comunidad española con menor capacidad de ahorro.

Y al margen de que tradicionalmente existe una clara conexión entre el nivel de renta y el de ahorro, conviene situar sobre el tapete algunas cuestiones que explican la situación, tanto a escala nacional como autonómica. En gran medida ha sido la intensa revalorización de la vivienda la causante de este retroceso en el ahorro, un comportamiento que va a más cada año. ¿Por qué? Pues sencillamente debido a la clara elevación de la sensación de seguridad financiera de los hogares. Y esto ha sido todo un fenómeno en nuestro país, al que Extremadura no es ajena. Al margen del exagerado encarecimiento de la vivienda durante los últimos años, el aumento patrimonial que la adquisición de un inmueble supone ha permitido a las familias acceder a un nivel de crédito cada vez más alto, lo que ha provocado un lógico incremento del endeudamiento, con el consiguiente retroceso de las tasas de ahorro. Ese, sin duda, es el principal motivo de tales registros.