TDtesde que Alfonso Guerra en tiempos remotos plañera con penita cínica por el supuesto techo de Alianza Popular y la derecha española, ha llovido mucho y muchos techos se han roto. Incluido el de la derecha española, incluido el de un gasto que ahora se quiere limitar. Entiendo poco de economía pero como todas las amas de casa sé que es letal gastar lo que no se tiene pues lo malo de las deudas es que hay que pagarlas, mas la mayoría de las familias que conozco incluida la mía hemos salido adelante porque alguna vez nos han prestado dinero. Ningún problema y sí muchas ventajas si se toma prestado lo que se puede devolver en cómodos plazos y no a un interés de usura. En estos tiempos disparatados me parece muy sensato poner un techo de gasto, un límite de déficit o como lo queramos llamar. Si está sobradamente demostrado que el país ha vivido por encima de sus posibilidades es justo y necesario precisar y clarificar. Saber el dinero que se puede pedir, porque se podrá devolver y gastarlo con austeridad, imaginación, escala de valores adecuada y orden. Parece que los mercados reaccionan tan contentos pues la detestable prima de riesgo que rige nuestros destinos en este loco agosto se modera. Hasta ahí está claro. Pero no entiendo la cantinela de que se trata de un acuerdo de los dos grandes partidos cuando todo permite intuir que ha sido una decisión tomada por el presidente del Gobierno forzado y presionado como nunca por Bruselas, Merkel y el BCE. Que yo recuerde, ZP no ha consentido prácticamente un solo pacto de importancia con Rajoy en siete años, y ahora que se va ¿ha visto la luz? Rubalcaba , rostro arrebatado y expresión desencajada, intentaba con fallida carita de bueno explicar que el presidente le había convencido de la bondad de una medida que él rechazó con sorna a Rajoy. Algunos dicen con maldad que ha sido una última jugarreta de Jose Luis a Alfredo, vayan ustedes a saber por qué. Vara se desgañita pidiendo que se explique la cosa ante el riesgo de fractura del PSOE. Yo que soy muy simple tengo claro que al pobre no le quedaba otra.