En muchos países, especialmente en Asia y en América, se sufren terribles temporadas de lluvias que duran, en el mejor de los casos, meses. En otros es que aquello se parece directamente a vivir metido en una ducha todo el día. Que imagino refresca, pero debes acabar de lo más arrugado. Calado hasta el alma. Por ejemplo, en Panamá, la temporada de lluvias dura de mayo a noviembre, y tiene días de esos que dejan a nuestras ciclogénesis en unas reconfortantes tormentitas de verano. Así se las gasta la madre naturaleza por la tierra del Canal.

Hay algunas personas, sin embargo, a los que la temporada de lluvias les afecta durante todo el año. Es más, son fenómenos localizados sobre sus cabezas, e incluso si te colocas físicamente a su lado, curiosamente puedes salir seco e indemne del chubasco. Porque la lluvia sólo cae sobre sus (normalmente) reconocidas cabezas. Estos tipos "especiales" se distinguen por ser figuras públicas, pero no tienen por qué ser ni aún parecidos entre ellos. Mourinho es uno de ellos. Allí por donde pasaba el portugués aparecían los oscuros nubarrones que decía el poeta. Y si no era por arriba, el insigne se dedica a pisar charcos.

Otros de este "calado" son los políticos, cuyo escrutinio público los somete a ser candidatos a llevar puesto el paraguas de la paciencia todo el santo día. No digo que algunos (¿muchos, verdad?) no se merezcan un buen chirimiri. Incluso no pocos dirían que ya podían barrerles un buen huracán a determinados personajes... no seré yo quién me oponga a que se mojen, claro.

El caso es que, cuando eres un personaje de cierta influencia te van a caer por todos lados. Asúmelo, anda. Que va en el cargo. Así, si alguno de ustedes piensa en sumarse a alguna lista electoral en las próximas municipales o autonómicas (que ya es mucho pensar, eh), sólo tengo un consejo. Chubasquero en mano, hasta cuando en Cáceres hagan esos fresquísimos días de verano en los que la piedra de la parte antigua se asemeja a una plancha para barbacoas de esas de las teletiendas.

XSIN IRx más lejos, a Monago ya le han caído unas cuantas inesperadas duchas desde que accedió a la Presidencia. Supongo que, por su pasado, considera el agua su aliado natural, ya que no parecen importarle demasiado ciertas críticas. Incluso diría (qué oportuno) que le resbalan. Claro que si tenemos en cuenta la última que le ha azotado, como para inquietarse demasiado. Ya deben saber ustedes que nuestro Presidente se ha ido a Israel en visita oficial. Y por los parajes extremeños se ha desatado la temporada de lluvias. Por un sinfín de razones que, para mí, son más sinrazones que otra cosa. Y no me atrevo a llamarle pataleo, pero casi.

Resulta que el viaje de Monago atenta contras las arcas públicas y se ha llevado a su séquito. Sucede que su periplo israelí le impide atender las obligaciones propias de la región. Argumentan que Extremadura no tiene alforjas para estos viajes. Y, claro, se hace evidente la megalomanía galopante del presidente popular. La verdad es que, como argumentario político, tiene pocos resquicios. Otra cosa es que por asomo eso ni se parezca de lejos a la realidad. No creo tampoco que esta lluvia vaya a calar lo que algunos esperan.

Hombre, resulta que decir que un viaje institucional supone un desembolso inasumible es no haber leído el presupuesto para misiones comerciales, ferias y saraos varios en los presupuestos de hace no muchos años. Es más, sucede que asumir que, en el año 2013, la distancia impide estar al tanto durante tres días de una acción de gobierno, suena a inducir más que creer. Y argumentar que Extremadura no puede o debe hacer estos gestos, es dar carta de naturaleza de una supuesta inferioridad frente a otras regiones que gastan desde "embajadas" en New York a regalos a supuestos jeques árabes que no son tal. Y no tengo ni idea de si Monago se ve muy guapo en las fotos, o se preocupa que se vea el lado bueno, pero sí tengo claro que la visita a Israel y su recepción han dado una publicidad impagable y han sido portada hasta de Expansión. Con el verde, blanco y negro de nuestra bandera detrás, claro.

Ah, por supuesto. Asumo desde ya que muchos me digan ahora que soy un complaciente, o mejor aún, un paniaguado (¡como estoy con el agua¡). Ja. No pasa nada, yo siempre llevo el paraguas de serie.