El hombre entra en la amplia cocina y le da dos besos a la mujer, que lleva puesto el mandil. Él ha traído una botella de vino, «el que bebes tú» (un Chardonnay), una barra de pan y pastas de postre. La mujer le explica que ha preparado una ensalada y que está cocinando pescado y un panaché de pimientos rojos. A continuación, les vemos comiendo frente a un gran ventanal. En un momento dado, ella le pregunta qué va a hacer cuando salga, y él responde entre dubitativo y esquivo, pero siempre amigable.

Se deduce de esta escena cotidiana, en la Sociedad Bilkoin, que podrían ser una madre y un hijo, pero no lo son. Ella es Maixabel Laxa y él, Ibon Etxezarreta. Ella es la viuda de Juan María Jáuregui, gobernador civil de Guipúzcoa, asesinado por ETA el 29 de julio del año 2000; él es uno de los tres integrantes de la banda terrorista que acabó con la vida de su marido.

Este es el momento cumbre del primer episodio («Zubiak») de ETA, el final del silencio, de Jon Sistiaga y Alfonso Cortés-Cavanillas, un documental que recoge la actividad de la banda terrorista durante 50 años.

«Zubiak» significa «puentes» en euskera, y son esos puentes los que facilitaron un encuentro entre víctima y victimario, fruto de la Vía Nanclares, un proyecto de reinserción de presos etarras que se muestran arrepentidos de haber pertenecido a ETA.

Siempre es difícil saber hasta qué punto los exterroristas que se acogen a este proyecto lo hacen por convicción o por interés (intuyo que por ambas cosas), pero no cabe duda de la gran humanidad de Maixabel y de otras víctimas que necesitan perdonar para sanar parte del dolor recibido por culpa de la barbarie de ETA.

50 años de asesinatos, terror, extorsión y hostigamiento no cicatrizan de un día para otro, pero parece una obviedad -por mucho que extrañe a algunos- que el perdón y la reconciliación son más fructíferos que la venganza y el odio.

*Escritor.