Salvemos a Grecia. Despojémonos de todo lo que nos sobra y rasquémonos el bolsillo, que los amigos griegos necesitan nuestra solidaridad. No importa que tengamos el índice de desempleo más alto de la UE, que la educación y la sanidad estén en bancarrota, que nuestra deuda pública se sitúe en cifras de récord. Vamos a dar a Grecia unos miles de millones antes de acabar el año, y el resto, en cómodos plazos. Será un préstamo al 5%, que seguramente cobraremos tarde, mal y nunca. Hay que ser más europeos que nadie. Los griegos están peor que los españoles; sus políticos han arruinado al país, endeudándolo hasta decir basta. Los nuestros, nuestros sabios y doctos dirigentes, han hecho mejor los deberes; nuevos y rocosos brotes verdes asoman por todas las esquinas del territorio nacional. Allá donde encuentran un sitio, surgen inimaginables vergeles de bonanza y progreso económico. El no va más. Vamos disparados hacia el futuro. Nada ni nadie podía imaginar que nos fuera a ir tan bien-

Está bien ayudar. Es más, considero una obligación colaborar con quien lo necesite. Sobre todo, porque dentro de poco nos va a hacer falta a nosotros el aporte solidario de aquellos que sí que hacen las cosas como es debido. Pero que alguien me aclare de dónde saldrá ese dinero que solicita con angustia Grecia. Porque apretarse el cinturón, lo que se dice apretárselo, es difícil que lo hagamos más. La conclusión es clara: la lacra política europea ha destruido décadas de evolución con su mala praxis y su irresponsable dirección. Los responsables de La UE pasarán a la historia como una plaga destructiva. Mi repulsa y mi odio para todos ellos. No se puede apreciar al indeseable que te lastima todos los días.

Tomás Salinas García **

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