A lo largo de la vida me he ido formando un criterio al que han ido aportando su sello las ideas de mi familia, y amigos, las enseñanzas del colegio, los testimonios y declaraciones de la prensa, la radio e incluso de la televisión. Y puedo asegurarle que en mi vida no hay lugar para el odio ni la venganza. Sin embargo desde hace unos meses tengo una gran ansiedad debido al clima de incertidumbre que nos rodea.

A mi abuelo le mataron en la guerra, el 22 de septiembre de 1936, después de pasar varios días en una de las llamadas checas del pueblo. Pertenecía al partido Renovación Española, era un militante de a pie, y le vinieron a buscar a casa en pleno día. Se le llevaron delante de mi abuela y sus cinco hijos, de 1 a 8 años, después de destrozar la casa. Ya no le volvieron a ver.

Al terminar la guerra supieron que había sido asesinado en las tapias del cementerio junto con otros cuarenta y que fue enterrado en una fosa común, aunque nunca recuperaron sus restos. No sé muchos más detalles porque el dolor que le provoca a mi madre el recuerdo es suficiente para que yo no pregunte más y decida olvidar.

Mi abuela jamás tuvo un trato especial, no recibió ningún tipo de ayuda, o reconocimiento. Ni siquiera se la consideró una víctima de la guerra. Sacó a sus hijos adelante cosiendo, tuvo una vida con muchas carencias y murió agotada en 1966.

Mi madre no guarda rencor, pero cada vez está más convencida que todo esto no puede acabar bien, porque se están tocando los sentimientos más íntimos y profundos de las personas.

Yo no tengo problema en condenar una dictadura y pienso que está bien resarcir a las personas que se han visto perjudicadas tan acerbamente por esta guerra cruel, pero para eso no hace falta una ley, que resultará dolorosa para mucha gente, sino voluntad de arreglar las cosas. Hay que trabajar para el interior, no para el escaparate.

Admiro a políticos de distintos partidos sobre todo en función de su integridad y coherencia, aunque no coincida con sus ideas; y no tengo problemas en criticar al partido que más me identifica si creo que se equivoca.

Y aunque este no es el caso del señor Zapatero, le respeto como mi presidente de gobierno. No dude usted de que valoro a nuestro presidente en lo que se merece y por ello mismo espero que la próxima vez que se decida a desfacer entuertos sea sobre un tema más trivial en el que las consecuencias del resultado puedan quedarse en una mera anécdota.

M. Dolores Martínez **

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