La semana pasada se celebró en Barcelona el evento mundial más importante para el sector de la telefonía móvil y el desarrollo tecnológico: el Mobile World Congress. El encuentro, que se ha visto envuelto por la polémica de la huelga de trabajadores del metro de la ciudad, y condicionado por la política municipal --habitual desde los últimos meses--, hasta el punto de ausentarte el presidente de la Asociación GSMA, organizadora del mismo, durante el acto de inauguración para no encontrarse con la alcaldesa Colau , ha sido --pese a todo ello-- un rotundo éxito. En el congreso, que sirve para presentar los últimos avances y lo que está por venir, no pasó desapercibido el creador de Facebook, Mark Zuckerberg , abanderado de la realidad virtual y del internet para todos.

Paralelamente, se presentaba el estudio 'La educación en la encrucijada', del catedrático de Sociología de la Universidad Complutense Mariano Fernández Enguita . En el mismo, que concluye con la vinculación entre el uso de las TIC en las aulas con un menor rendimiento escolar, se cuestiona la eficacia del ordenador frente al uso de la pizarra y el libro tradicional. En la investigación, que no es enemiga del desarrollo, se hace hincapié en la necesidad de aplicar los sistemas correctos, como videojuegos que requieran poner en práctica la memoria, la tensión y la abstracción, frente a la simplificación. Hoy en día son pocos los que cuestionan las ventajas del desarrollo tecnológico y su aplicación en el día a día, tampoco Fernández Enguita .

Pero debemos ser conscientes de la necesidad de una utilización responsable. A nadie se le escapa que la aplicación de las TIC en las aulas ha supuesto una revolución en la enseñanza, pero estaremos totalmente confundidos si con esta perdemos el sentido básico de la educación y del aprendizaje, basados en el ensayo y error, y asentados sobre la insustituible base del esfuerzo, la constancia y la implicación del alumno en el proceso; y es que no tendrá ningún sentido utilizar nuevos desarrollos tecnológicos si se hace bajo la estúpida creencia del aprendizaje desnaturalizado del que se borran las cuestiones que constituyen su propia esencia.