TMtillones de españoles depositaron la confianza en las urnas del 20N; renovaron la esperanza de un nuevo rumbo económico en la mayoría absoluta, que no absolutista, del partido popular. Sin embargo los 29 decretos de Mariano Rajoy se tornaron en continua y permanente indignación popular: comunidad educativa, profesionales sanitarios, sector de la discapacidad, de la justicia, farmacéuticos, etc., y siempre los desahucios y las preferentes.

El recurso a la herencia recibida ya empalaga, mientras los responsables de tales desaguisados campan por doquier. Unos, no están en la cárcel por sus tropelías; otros, no han sido echados por no defender el interés general estando en el gobierno de lo público. El Jefe del Estado reivindica "la política con mayúsculas, desde el gobierno o desde la oposición", en su mensaje de Nochebuena; y dos días después en la Asamblea de Extremadura, José Antonio Monago contesta a la propuesta de alcanzar un acuerdo (PP-PSOE-IU) sobre la futura Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, formulada por Guillermo Fernández Vara , en los términos: "Usted lo que quiere es ponerse de acuerdo, y yo creo que no es el sitio éste. Podemos dar la opinión".

Ahora que la desesperanza cunde, y la indignación tiene visos de pasar a incontrolable, es cuando más necesitados estamos de estadistas. De políticos que piensen en las próximas generaciones en lugar de las próximas elecciones. Sin embargo, abunda el día a día: "En 2013 vamos a tratar de condicionar todo lo que podamos las políticas Monago", dice Pedro Escobar .