Cuando estreno tiempo libre me gusta pasear, leer y sobre todo dormir. Luego emprendo actividades que deberían estar vetadas en época de holganza. Y no sólo me refiero a colocar armarios, lavar edredones y guardarlos con antipolillas, tareas todas que depara la llegada del verano, sino también a meditar sobre asuntos trascendentes, lo cual suele levantar dolor de cabeza, propiciar vértigos en el estómago y no deparar ninguna respuesta definitiva, hallándome cómo me hallo situada en la duda constante. Abandono entonces la metafísica, sabedora de que no hay respuestas concretas en ella y me interrogo sobre asuntos más cercanos a la vida que nos toca vivir.

Ni por pienso se me ocurre preguntarme qué le habrá ofrecido Sánchez a los independentistas, porque cada vez está más claro que, de momento, además de la tibieza en la defensa del Rey y del embajador Morenés, que estuvo soberbio en su defensa de España, y del trato servil y humilde ante ese president indigno al que hace nada consideraba xenófobo, les ha regalado el acercamiento de los presos. También prefiero obviar qué le prometió a Iglesias para que este se permita pasearse por las televisiones pavoneándose de esa manera tan suya sobre que sabe el nombre del futuro director de RTVE, mientras se filtra que el presidente ofreció a Podemos la potestad de decidirlo. Esas respuestas, con todo lo ingenua que soy, ya las tengo Y tampoco contribuyen a mejorar mi estado de ánimo.

Se me ocurren otras preguntas más intrascendentes; como por qué casi todas las corseterías se titulan con hipocorísticos femeninos, como Dely o Lupe, por qué las peluquerías acostumbran a añadir al nombre del dueño un apóstrofe y una s, del tipo Gonzalo’s o Carlo’s, o, en otro orden de cosas, por qué los futbolistas llevaban esos pantaloncitos tan cortos hace unos años. Como la respuesta obvia es el capricho de la moda, decido abandonar la meditación trascendente o absurda y recomendarle, amigo lector, un libro que en modo alguno debe perderse. Lea ‘Un verano sin hombres’ de Siri Hustvedt y olvide como yo los malos rollos.

*Profesora