En las elecciones de Galicia y Euskadi hubo al menos dos derrotados, el primero Pablo Iglesias, y en menor medida y por otras razones Pablo Casado. Unidas Podemos (UP) desapareció del Parlamento gallego cuando hace cuatro años las Mareas obtuvieron 14 escaños, mientras que en el País Vasco UP perdió cinco diputados pasando de 11 a 6. Pues bien, nadie de UP salió a valorar los resultados en la noche electoral -la única reacción fue un tuit de Iglesias- y hasta el viernes no hubo reunión de la ejecutiva para analizar el desastre.

En una reunión sin ninguna autocrítica, no se cuestionó ni el liderazgo de Iglesias ni el papel de UP en el Gobierno de coalición con el PSOE. Las causas del descalabro se adjudicaron a las peleas internas anteriores a la reelección de Iglesias al frente del partido y a problemas organizativos. Sin embargo, las causas del retroceso son políticas e ideológicas y atañen a un liderazgo incontestado y a la instauración de una línea política que no admite disidencia y que ha convertido a UP en una formación muy distinta de la que nació tras el 15-M. De aquel movimiento transversal, que quería superar la oposición entre derecha e izquierda, al que votaban no solo clases populares, sino incluso capas altas de la sociedad, no queda prácticamente nada. Como dice Errejón, UP es ahora Izquierda Unida (IU) con otro nombre y puede volver a los niveles de voto de IU en un descenso continuado desde 2016.

Los motivos del fracaso personal de Casado en Galicia y Euskadi son distintos, pero no por ello menos inquietantes para su liderazgo. Casado ha combinado la cuarta mayoría absoluta de la política de Alberto Núñez Feijóo, opuesta a la suya, con el fracaso (ha pasado de 9 a 6 escaños) de su apuesta por la línea dura en Euskadi con Carlos Iturgaiz. Aunque Casado intentó apropiarse de la línea moderada de Feijóo, Galicia le ha cuestionado su estrategia de oposición a Pedro Sánchez, con la descalificación sistemática del Gobierno. Pero no parece que Casado vaya a rectificar. Su respuesta al presidente gallego, que volvió a pedir moderación en la ejecutiva del PP, en el sentido de que el partido nunca ha abandonado la moderación indica claramente que no va a cambiar de estrategia.