La estrategia del calamar, que expulsa tinta para ocultarse, se aplica en política desde tiempo inmemorial. Cuando la justicia o la prensa pillan a alguien con las manos en la masa de la corrupción, es porque existe una conspiración del rival para hundirle. Es tan vieja, está tan gastada esta maniobra de evasión, que ya va siendo hora de que quienes abusan de ella se renueven si quieren ser creíbles.

Ahora ha sido la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, la que ha echado mano del artificio. Esta dirigente popular denuncia, en relación a la detención por orden judicial de 5 empresarios relacionados directa o indirectamente con el PP, que su partido está sufriendo una "campaña de acoso" orquestada por los socialistas ante la proximidad de las elecciones gallegas y vascas para debilitar sus opciones electorales, y utiliza para ello al Ministerio del Interior y la Fiscalía Anticorrupción (nada dice del juez Garzón).

Y propone lo de siempre: que no se hable del asunto, para lo cual reclama del poder judicial que evite que se sigan filtrando a los medios datos "interesados" del sumario secreto. De Cospedal olvida que, en el pasado, cuando se airearon en la prensa trapos sucios del PSOE, que los ha habido, el PP aplaudió sin tener en consideración si procedían o no de sumarios secretos. La publicidad y la transparencia es una condición fundamental del sistema democrático.