TLtas relaciones de España con Marruecos tienen que ser forzosamente conflictivas, en el fondo de manera permanente, aunque en las formas se alternen períodos de fraternidad, de simple normalidad o de enfrentamiento derivable en Perejiles u otros males. La vecindad con el reino de Mohamed VI soporta el eterno escollo de Ceuta y Melilla, españolas para nosotros y marroquíes para ellos. Y ese escollo no tiene solución. ¿Cuál de los dos países estaría dispuesto a renunciar pacíficamente a su respectiva posición? De manera que no exageremos ahora con las dificultades presentes en torno a los incidentes fronterizos y a la provocación de desabastecimientos, que además les perjudican más a ellos porque si no transigen se tendrán que tragar sus mercancías y privarse de los cuantiosos recursos económicos que les reportan. Así es que convivamos, conllevémonos, procuremos preservar la amistad y las buenas relaciones en lo posible e instemos a las respectivas autoridades para que sean inteligentes, cautas y pragmáticas en la necesaria convivencia como vecinos con buena voluntad.

Y no ignoremos que nosotros vivimos en un Estado de Derecho y que ellos viven bajo un régimen autoritario gobernado con dureza por su Rey. Pero que al fin y al cabo entre reyes es fácil el entendimiento, aunque su institucionalidad sea tan diferente, por lo que sería ridículo poner trabas al entendimiento o al diálogo entre el tío Juan Carlos y el sobrino Mohamed. Evitemos también meteduras de pata de la dimensión de la última de González Pons , que lamentó el uso que, en su opinión, hizo el Gobierno español del Rey como ministro de Asuntos Exteriores. Esta vez mi amigo portavoz del PP ha batido su propio récord de maravillosas simplezas en el Guiness político. A don Juan Carlos no le hace ninguna gracia que se le tilde de títere del Gobierno o de que Zapatero le pueda obligar a hacer algo que no quiera hacer. Pons ha ido a chocar con una de las actividades más útiles del monarca, que es alentar las buenas relaciones con el reino de su sobrino. Y recordemos que el Rey no gobierna pero reina.