El vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, no quiere que ningún ministro anuncie iniciativas políticas que afectan a sus áreas de competencia si las medidas propuestas tienen efecto sobre la recaudación o el gasto público. El control de quien José Luis Rodríguez Zapatero trajo desde Bruselas para dar credibilidad a su Gobierno se ha extendido a cualquier tipo de propuestas sectoriales, tan diversas como el número de festivos que pueden abrir los comercios, el tratamiento fiscal de la vivienda o el de los bienes culturales.

No es bueno que los ministros propongan en público y el titular de las finanzas del Estado recorte la expectativa al cabo de unas horas o de un par de días. Las discrepancias de estrategia económica son clásicas en el socialismo español, en el que conviven liberales y socialdemócratas. Pero el PSOE ganó las elecciones con un programa económico muy cercano a lo que ahora pregonan los ministros. El Gobierno, que ha superado con muy buena nota el cumplimiento de su política en Exteriores, Defensa y relación con las autonomías, debe acometer con la misma firmeza lo que prometió en el capítulo de mejoras sociales. Titubeos y contradicciones ponen en riesgo la coherencia.